Animales en el espacio: de Laika a las chinitas chilenas que viajaron al cosmos
Desde las moscas de la fruta en 1947 hasta las chinitas enviadas por estudiantes chilenas en 1999, los animales han sido pioneros en la exploración espacial. Conoce la historia de Laika y los animales que abrieron el camino para los astronautas.
En un nuevo episodio de “Crónicas Terrícolas”, los conductores de este espacio, encabezado por el astrónomo José Utreras y el profesor de física Robbie Barrera, recibieron al periodista y aventurero Luis Andaur, reconocido por recorrer el mundo en bicicleta y adentrarse en territorios inhóspitos donde ha tenido múltiples encuentros con animales.
En esta ocasión, la conversación se centró en aquellos seres vivos que viajaron al espacio antes que los humanos: perros, monos, y muchas otras criaturas que marcaron un capítulo decisivo en la historia de la exploración espacial.
Los animales han realizado contribuciones significativas a la exploración espacial y al conocimiento humano, ya que han servido como pioneros para entender los efectos del espacio antes de enviar humanos. Esta práctica, aunque ahora ha evolucionado, fue crucial durante la Guerra Fría y la carrera espacial que se dio entre la Unión Soviética y Estados Unidos.
En este sentido, los primeros animales enviados al espacio fueron moscas de la fruta en 1947. Estos insectos fueron elegidos porque su respuesta ante enfermedades se asemeja a la de los humanos. Se ha observado que el sistema inmune reacciona de manera diferente en condiciones de microgravedad o de alta gravedad, lo que guarda correlación con la fisiología humana.
Sin embargo, los animales más recordados en la historia espacial fueron los perros. Laika, Belka y Strelka, enviados por la Unión Soviética, marcaron un hito. Laika fue la primera y más famosa, aunque no regresó con vida. En cambio, Belka y Strelka sobrevivieron tras orbitar la Tierra 17 veces y regresaron sanas. Una de ellas tuvo cachorros, y uno de estos fue regalado a la Casa Blanca, lo que demostró la posibilidad de supervivencia y reproducción después de un viaje espacial. Estos experimentos ayudaron a comprender cómo los seres vivos enfrentaban el estrés, los cambios de temperatura y la falta de movimiento en el espacio.
También se enviaron chimpancés, debido a su gran similitud con la fisiología humana. El objetivo era analizar cómo respondían bajo presión y si podían mantener la coordinación motora (es decir, manipular objetos) en un entorno tan hostil.
De forma sorprendente, también se llevaron peces, para estudiar cómo nadaban y se orientaban en el espacio. Al principio, se movían en círculos siguiendo las lámparas como referencia, pero con el tiempo se adaptaban y nadaban normalmente, demostrando la capacidad de adaptación a un ambiente distinto. Asimismo, se enviaron medusas para estudiar su sentido de orientación. Se descubrió que, si una naciera en el espacio, su sistema de orientación no se desarrollaría adecuadamente, lo que podría provocar problemas para distinguir “arriba” y “abajo”.
En la actualidad, se envían ratones de manera recurrente para investigar cómo crecen sus huesos y cómo se debilitan en microgravedad. Estos estudios son fundamentales para comprender el estado de salud de los astronautas que pasan largos períodos en la Estación Espacial Internacional, donde suelen experimentar debilitamiento óseo y expansión de la columna. Los ratones resultan ideales para estas investigaciones por su inteligencia y tamaño reducido.
Cuando Chile envió animales al espacio
Chile no se quedó atrás en la experimentación espacial. José Utreras relató una anécdota que marcó un hito en la ciencia de nuestro país, protagonizada por un grupo de estudiantes del Liceo N°1 Javiera Carrera. En 1999, un grupo de alumnas de Enseñanza Media, con el respaldo de la NASA, viajó a Cabo Cañaveral y transformó un proyecto escolar en un logro histórico: lograron enviar chinitas al espacio.
El experimento tenía como objetivo probar la capacidad de estos insectos para controlar plagas, específicamente pulgones, en plantas cultivadas en condiciones de microgravedad, anticipando la necesidad de producir alimentos en el espacio para abastecer a los astronautas.


