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Huellas y Memoria

Los cerros, ríos y cementerios sagrados del pueblo aymara: memoria viva del altiplano chileno

Por: 13C
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Comunidades aymaras relatan la profunda conexión espiritual con los cerros, ríos y sitios rituales. Espacios sagrados que desafían el olvido y la destrucción ambiental.

Desde el altiplano chileno, integrantes del pueblo aymara nos recuerdan en Huellas y Memorias que los cerros, los ríos y las apachetas no son solo paisaje, sino presencias tutelares, espacios vivos que conectan a las comunidades con sus ancestros y la naturaleza.

A través de relatos orales recogidos en el humedal del río Lluta y otras zonas de Arica y Parinacota, se reconstruye una memoria que resiste a la colonización, al olvido institucional y a la destrucción ambiental.

Cerros y ríos sagrados: la espiritualidad del pueblo aymara en Huellas y memorias 

Cerros y ríos sagrados: la espiritualidad del pueblo aymara en Huellas y memorias 
Cerros y ríos sagrados: la espiritualidad del pueblo aymara en Huellas y memorias 

En un nuevo episodio de Huellas y memorias, conocimos sus lugares sagrados y sus ritos más importantes. "Aquí no teníamos un lugar sagrado. Salvo el cementerio. Pero después, de a poco, se fueron descubriendo las momias Chinchorro, como les dije. Hay un espacio arqueológico muy hermoso, unos pucaras", declaró Rodomiro Huanca, cultor de la música tradicional andina.

"Eran espacios donde descansaba la gente, donde se reunían los distintos grupos aymaras para programar cosas para el año siguiente, para intercambiar frutos por pescado, verduras que venían de la zapa, la papa, el charqui, la carne de llama que traía la gente del interior. Eso eran los pucaras", añadió. 

Los cementerios, al igual que los cerros, son lugares muy importantes para el pueblo aymara. Los cerros, conocidos como huivirís, son considerados “criadores” porque protegen del viento, traen nubes y agua. "Los cerros son muy relevantes para los pueblos, para el pueblo aimara en general, porque tú pones las cruces donde te protegen. Son tus seres tutelares", comentó la periodista Leyla Noriega. 

"Y se supone que cuando tú te vas al Janajpacha —cuando ya mueres— caminas por los cerros. Vas andando, ¿no? Entre más importante fuiste, más alto es el cerro al que vas. Pero tú te vas a tu cerro, pasas por tu cerro", agregó Noriega. 

Por otro lado, algunas comunidades aymaras le dan una gran importancia a los ríos. Durante cada luna llena, los aymaras van al río Lluta, que fluye en la zona norte de la Región de Arica y Parinacota, hasta desembocar en el océano Pacífico, para realizar baños rituales. Esta práctica busca una recarga energética y honra al tingu, el punto sagrado donde el agua dulce del río se encuentra con el agua salada del mar sin enfrentamiento.

“Estos lugares deben respetarse, porque en ellos la flora y la fauna conviven en equilibrio. Más de 200 especies de aves llegan hasta aquí, aunque los flamencos ya no descienden como antes, debido al deterioro ambiental”, relató Yessica Sánchez, quien es conocida como Qulliri (curandera o médica tradicional) y Usuyuri (partera de las mujeres aymaras).  

Para Sánchez, los ríos no fluyen en línea recta porque su forma responde a un símbolo profundo: la serpiente. Ella explicó que para muchas culturas prehispánicas, este animal es sagrado y representa el fluir de la energía desde las pachas (tierras o mundos), las distintas dimensiones del universo andino.

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