Sustentabilidad

Sobre la tierra

Bárbara Hernández recuerda el cruce en aguas abiertas que cambió su vida

Por: Vania Ramos
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La campeona mundial de nado en aguas gélidas, Bárbara Hernández, se sumerge en el río Puelo y comparte con Felipe Braun su historia, miedos y conexión con la Patagonia.

En el río Puelo, ubicado en la comuna de Cochamó, provincia de Llanquihue, en la Región de Los Lagos, la nadadora profesional Bárbara Hernández —conocida como la "Sirena de Hielo"— se sumergió en sus aguas y luego conversó con Felipe Braun, conductor del programa Sobre la Tierra.

Durante el programa, la campeona mundial de nado en aguas gélidas compartió las motivaciones que la llevaron a convertirse en deportista profesional. Pese a haber nacido en Recoleta, y ser de ciudad, cuando iba de vacaciones añoraba con estar en el mar. "Íbamos siempre al litoral central, y tengo fotos de muy niña —así, tres, cuatro años— en Quintero. Entonces, ahora las veo y mis recuerdos de infancia también, aunque íbamos muy pocas veces, pero ir al mar ocupa una parte gigante de mis recuerdos. Yo creo que era donde más feliz era también", confesó.

Bárbara Hernández en Sobre la Tierra. Créditos: 13C.
Bárbara Hernández en Sobre la Tierra. Créditos: 13C.

Pero además, fue motivada a tomar clases de natación por sus padres, porque temían que cada vez que entrara al mar ella no supiera como nadar. "Ahí empecé con clases de natación, luego hice un año de nado sincronizado, y después pasé a la rama de natación. Entrenábamos muy poquitas mujeres. Generalmente era un deporte más de hombres, por decirlo de alguna forma, en esos años. Después seguí entrenando, compitiendo. Nunca fui seleccionada nacional siendo adolescente, entonces también era rudo aprender que no necesariamente querer es poder. Hay limitaciones que a veces pueden ser físicas o económicas", dijo sobre sus primeras experiencias.

Así fue el primer cruce en aguas abiertas de Bárbara Hernández, la “Sirena de Hielo”

Todo cambió cuando descubrió que podía nadar en aguas abiertas. "Esto es lo mío", añadió Hernández. Su pasión se confirmó al cruzar por primera vez Niebla-Corral.

"Me invitaron a nadar a los 17 años a un nacional de aguas abiertas. Me acuerdo que un amigo me contaba cómo era: “Es un río verde por todos lados, con agua transparente… hay cisnes, viven lobos de mar…”, recordó Bárbara Hernández. 

"Fue un tremendo desafío. Entrenarme para unas distancias de 5 y 10 km, que, hace 20 y tantos años atrás, no conocía mujeres que hubieran nadado tanto. No tenía a quién preguntarle. Y mi entrenador —que ha sido siempre el mismo— me preparó para eso. Crucé Niebla-Corral. Fue la primera vez en la historia de ese cruce que ganaba una mujer. Yo tenía 17 años. Tuve una hipotermia, pero haber nadado con olas, con viento, un poco perdida fue super-adrenalínico", agregó sobre su primera hazaña.

Bárbara Hernández en Finlandia. Créditos: Facebook.
Bárbara Hernández en Finlandia. Créditos: Facebook.

Luego le siguieron otras, como cruzar el Estrecho de Magallanes, nadar el canal de la Mancha, y estar en aguas cada vez más heladas. ¿Qué siente al respecto? Bárbara Hernández confiesa que siempre tiene temor de hacer estos desafíos. "Muchas veces se trata de adaptarte o darle un lugar a ese miedo, a ese dolor o a esos pensamientos, pero que no me impiden hacer lo que me propuse hacer, lo que me entrené para hacer, lo que amo hacer", añadió. 

Ahora, la nadadora profesional planifica su siguiente desafío en las aguas: La Patagonia. "Sueño con los glaciares, con los olores, con el verde, con las grietas, con la fauna… Me veo a mí misma nadando y solo así siento que ya tengo que volver. (...) De verdad siento que me llama. Y para mí por mucho tiempo ha sido así. Aunque me demore décadas en lograr algo, es como: si soy capaz de imaginarlo, es porque me está esperando. Y si me espera, es porque ya me llamó. Está ahí", dijo.

Y cerró con una reflexión sobre las frías aguas patagónicas: “Son aguas vivas, hay que tener cuidado", dice ya que ahí aprendió que cada lugar guarda su historia, y muchas veces, también una tragedia. "Esa experiencia me enseñó que la naturaleza impone respeto, y que la humildad es una lección que nunca se debe olvidar", concluyó. 

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