Tomás Alzamora, director de Denominación de Origen: "El cine chileno carece de cultura popular pura"
El cineasta chileno Tomás Alzamora, director de Denominación de Origen, conversa en 13C sobre el éxito de su película en el público nacional.
Denominación de Origen se ha convertido en una de las películas chilenas más populares del momento. Dirigido por Tomás Alzamora, este documental con tintes de ficción y humor ha recorrido diversas salas de cine en el país, basado en un hecho real que marcó a su pueblo natal, San Carlos.
Todo comenzó en 2018, cuando San Carlos perdió el título de la mejor longaniza de Chile frente a Chillán. Esta controversia motivó a Alzamora, a tomar una pausa de su trabajo musical, a crear una obra que reivindicara la identidad local y visibilizara a su ciudad. Así, filmó una cinta en la que mezcla realidad y ficción en una propuesta original y cercana.
“Me parece maravilloso y relevante cómo el cine puede aportar a levantar un lugar, una realidad, una cultura, un movimiento, una identidad”, comentó el director en conversación con 13C. En su visión, la cinta también funciona como una crítica al centralismo, al tiempo que enaltece el valor de lo popular y cotidiano.
Denominación de Origen: la comedia documental que conquista el cine chileno
Consultado por el fenómeno logrado por su cinta, el director señaló que la conexión con el público chileno se debe a que las personas se ven reflejadas en la pantalla. “Es una película cercana, y creo que es un espejo (…) Son varios elementos que logran conectar con lo que somos nosotros: los chacoteros, los choripaneros, los chilenos reales. Cómo nos organizamos, lo precario y rústico que es todo. Que ponemos los canapés, y no llega nadie… Está llena de detalles que son muy reales…”
“Eso le gusta a la gente: verse ahí, representarse, decir: “Oh, ese soy yo, a este lo conozco, esto lo he vivido.” Sentirse parte. Por eso la gente rechaza cosas, porque no se siente parte. Y en esta película, la gran catapulta ha sido eso: la gente se siente parte”, añade.
Recientemente, un estudio de la encuesta CADEM posicionó a la cinta en el sexto lugar de las mejores películas chilenas de la década con un 4% de los votos. Su trabajo comparte espacio con títulos como El agente topo y La memoria infinita de Maite Alberdi. Pese al reconocimiento, Tomás Alzamora es suspicaz de esta elección “no confío en esas encuestas. No sé a cuántas personas entrevistó”, declara. Aunque agradece la inclusión en la lista: “Me parece genial que hayamos existido en esa lista (…) Me enorgullece que estén las películas de la Maite, porque creo que son increíbles sus pelis que están en el primer y segundo lugar, pero después hay algunas que no soy muy fan”, comenta y afirma que hay “un montón de otras películas geniales que no han estado en la lista”.
Tomás Alzamora, director de Denominación de Origen: "La sociedad chilena no se enorgullece de lo que realmente es"
—Algunos críticos y medios ven Denominación de Origen como una metáfora sobre identidad y desigualdad. Otros solo la perciben como una comedia divertida, sin un tema político. ¿Te sorprenden esas lecturas tan distintas?
—Creo que eso es lo lindo de la película, que a mi parecer está bien cocida. Hay gente que no nota lo político, hay gente que dice: “Al fin una comedia no política.” Y para mí, esta es una película muy política. Para mí, es un luto político respecto a nuestra Constituyente, a nuestro fracaso, a lo que somos como sociedad. Pero no es explícito.
Entonces me pongo muy contento al ver lecturas tan distintas. Siendo que es una película que tampoco busca ser explícitamente política. Creo que ahí está la magia del cine.
Hay gente que ha llegado a llorar. El otro día una chica no podía parar de llorar al salir del cine. Y yo también la veo, y de repente me pongo a llorar porque me da rabia, me da pena, me hace recordar lo fracasado que somos, lo individualistas que somos como sociedad.
Pero también me sorprende ver gente que dice: “Fui a ver la película chistosa.” Creo que es una película que la puede ver todo el mundo y la puede tomar desde distintos ángulos. Eso responde a la sensibilidad de cada persona y a los procesos que han vivido. Hay vecinos, dirigentes sociales que también se me han acercado emocionados y me dicen: “Estos somos nosotros. Vamos con el club deportivo, intentando, intentando, y todavía no lo logramos.”
El mensaje que yo quería transmitir es un espejo de lo que somos como sociedad. Ese momento que vivimos de la Constituyente, de cómo rechazamos por el individualismo y por el beneficio personal. Pero también nos invita a reflexionar: ver esta organización que está luchando por un bien común, ni siquiera por un interés personal. También la amistad, la diversidad, que es una célula tan distinta, pero que a pesar de no lograrlo, lo sigue intentando.
—Has sido crítico con el cine chileno por “mirar hacia afuera” y desconectarse de su público. ¿Qué cambios crees que hacen falta para fortalecer el cine local?
—Efectivamente, creo que hay una mirada, de parte de la sociedad chilena también, que no solo atraviesa el cine, sino que se refleja en cómo funcionamos como país: siempre estamos mirando hacia fuera. Estamos imitando a Europa, imitando a Estados Unidos.
Chile, en muchos sentidos, es una pésima copia de Estados Unidos. Hay sectores de la población que se creen europeos… pero no nos creemos chilenos. Ser chileno, de algún modo, está mal visto. Nos avergüenza la empanada de pino, el pastel de choclo, el choripán con pebre… Como si todo eso fuera de segunda categoría. No lo vivimos como orgullo nacional, sino como “cultura guachaca”. Y eso, en el fondo, ¡somos nosotros!
Siento que la sociedad chilena no se enorgullece de lo que realmente es, y por eso creo que es tan importante conectar con la cultura popular. El cine chileno, en particular, carece de eso: de cultura popular pura. Y creo que ahí, justamente, es donde está la gente, en los territorios. Por eso siempre digo que tenemos que hablar con el caballero del kiosco, con el viejo de la leche, con el panadero… con todos esos personajes que representan el Chile real. Ese Chile que yo llamo así, el “Chile real”, ¿cachái?
¿Y qué cambios creo que hacen falta para fortalecer el cine local? Bueno, no sé si es solo un tema del cine. Creo que es un tema de sociedad. Estamos siempre mirando hacia afuera, y nosotros —los creadores— somos víctimas de eso.
Tal vez desde los ministerios podría haber un empuje más claro, una política cultural con lineamientos que apunten hacia ahí. Que premien, que reconozcan a películas que hablen de identidad chilena. Podría ser, por ejemplo, un criterio más a evaluar: junto a lo técnico, lo narrativo, también considerar qué tan chilena es una película, cuánto representa a nuestro territorio, a nuestro cine nacional de verdad.
El futuro de Denominación de Origen
Actualmente, Tomás Alzamora está completamente dedicado a la distribución de Denominación de Origen. “Estoy dando la vida por eso, porque muchas veces se descuida y creo que es tan importante como la producción. Estoy con entrevistas, cine foros… empujando la película hasta que desaparezca”, comparte en 13C.
Al mismo tiempo, asegura que le encantaría que la película pudiera ser vista por más personas: “Ojalá todos los chilenos y chilenas la pudieran ver. Ese sería un gran, gran sueño”, declara
Sobre el futuro de su trabajo audiovisual, Alzamora asegura que quiere continuar trabajando con su comunidad sancarlina. “Quedé fascinado con el casting de Denominación de Origen. ¿Por qué no hacer una nueva aventura con el MSPLSC?”, comenta.
Finalmente, revela un sueño pendiente que tiene desde hace muchos años: “Hacer una película sobre Los Ángeles Negros, banda nacional que también es de mi tierra, San Carlos”.


