De Tú a Tú

Emeterio Ureta recordó cómo fue quedar viudo y criar a sus dos hijos

Por: Coni González
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En De Tú a Tú Martín Cárcamo y Emeterio Ureta tuvieron una profunda conversación, donde el empresario contó cómo enfrentó la viudez.

El llamado Marqués del Arrayán recordó cómo enfrentó quedarse viudo con dos hijos pequeños. Cuando su esposa, Paulina Fischer, falleció producto de un cáncer, el hijo mayor de Emeterio tenía cinco años e Isidora tenía solo tres años.

Emeterio Ureta
Emeterio Ureta

Frente a esto, Martín le preguntó sobre cómo comenzó a administrar el día a día, sobre todo en temas de crianza.

Al respecto recordó que fue el presidente de apoderado de los cursos de sus hijos y dijo que era el más adecuado para hacerlo porque: “¿Quién habla más que yo?, ¿Quién huevea más que yo?, ¿Quién transmite más experiencias que yo?, ¿Quién se moja el potito?, ¿Quién habla de la virginidad?, ¿Quién habla de los pañitos regleros?, ¿Quién habla de los pololeos?, ¿Quién habla de las relaciones sexuales? (…) Yo, Emeterio Ureta”.

Respecto a la crianza de su hija Isidora, dijo que nunca tuvo un problema para criarla, que siempre tuvo una muy buena comunicación con ella y que desde el primer día le habló de la adolescencia, de la sexualidad, de drogas. Nunca evitó ningún tema con ambos.

 

 

Emeterio da todo por sus hijos, de hecho, contó que todos sus bienes están a nombre de ellos. “Yo tiré la esponja, yo no espero nada más de la vida”, confesó.

Las andanzas de Emeterio Ureta puertas afuera

Si bien Emeterio Ureta contó que nunca tuvo problemas de comunicación ni convivencia con sus hijos, sí reveló que su hija “Tita Ureta” no aceptaba a ninguna otra mujer en la vida de su padre.


“Muy difícil la situación con la Tita. No, la Tita no me aguantaba. Yo nunca amanecí acá en mi casa con una señorita (…) No era presentable para ellos que el papá tuviera una polola o una amante”, confesó Emeterio.

Emeterio Ureta
Emeterio Ureta

Como no podía llevar mujeres a casa, Emeterio contó que tuvo pololas puertas afuera y confesó que arrendaba una pieza en Ñuñoa donde prácticamente tenía una doble vida.

“Los niños se dormían a las 10, 10:30 y yo partía a mi vida nocturna. A las 7:30 de la mañana la iba a dejar y a las 8 me venía para acá y me metía a mi cama. Nunca se dieron cuenta”, reveló.

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