Alejandro Chávez, "Chavito", y los matinales actuales: "Parece que tienen miedo, si no tiran 20 asaltos, creen que la gente no los va a querer"
Alejandro “Chavito” Chávez, notero histórico de los matinales y conductor del programa radial más escuchado de Chile, repasa su trayectoria con Alfombra Roja, su visión sobre los medios, la conexión con la audiencia y lo que falta actualmente en la televisión chilena.
Es mediodía de septiembre y Alejandro Chávez, más conocido como “Chavito”, recibe con café y galletas en el kiosco del primer piso de Prisa Chile S.A. Con su tono amable, saluda, sonríe y guía por las instalaciones del edificio: las oficinas y las emisoras que conforman el consorcio, entre ellas Pudahuel, FM Dos, Concierto, Futuro y su casa actual, Radio Corazón.
Muchos lo recuerdan como el clásico notero de los matinales del 13, mientras que las nuevas generaciones lo reconocen por su inconfundible voz. Ese día, el comunicador acaba de terminar su turno como conductor de “La mañana de la Corazón”, uno de los programas más escuchados a lo largo del país. El título se lo toma con mucho orgullo, y también como una responsabilidad.
“Tú sabes que lo que estás diciendo va a tener repercusión en alguien que está en una faena minera, en la calle, en una construcción o en la casa. Nos escucha todo tipo de personas”, explica Alejandro Chávez y rememora una curiosa anécdota con un auditor. “Una vez nos llamó un operador de grúa que escuchaba el programa desde la grúa y lo más curioso, es que le preguntábamos a la gente que querían saber de él y todos consultaban cómo lo hacía para ir al baño”.
“Entonces, nosotros hacemos las preguntas que todo el mundo quiere hacer, nos sentimos representantes de ellos y de todo (…) Es rica la radio, es mágica”, dice mientras bebe de su café al comienzo de la conversación con Alfombra Roja.
—¿Lo prefieres por sobre la TV?
—No he dejado la tele nunca de lado, pero la radio tiene una cosa, la radio es como mi esposa y la tele es como la amante. Entonces, siempre lo tomo así.
—¿Qué piensa tu esposa de esa analogía?
—Si sabe (ríe). Llevo casado 22 años, y ella entiende la analogía como un juego, pero quiero decir que si tú te tomas la radio como importante, te tiene que ir bien. Si tomas la radio como un entretenimiento, como tu tercera o cuarta pega es súper difícil que le vaya bien o tenga los resultados que tenemos nosotros.
Alejandro Chávez opina de los matinales actuales
Además de liderar el programa más escuchado del país en Radio Corazón, “Chavito” también trabaja como coach en comunicación y experiencia de cliente para personas e instituciones. Formado en Chile y en el Instituto Disney de Estados Unidos, ha asesorado a hoteles, bancos, clínicas e incluso a la Teletón, enseñando herramientas prácticas para anticiparse a problemas y generar confianza y cercanía con el público.
Actualmente prepara un libro para difundir su visión y profesionalizar aún más el servicio en distintas organizaciones, mientras repasa con cariño su paso por la pantalla chica y su rol en los recordados matinales del 13.
“Llegar al matinal fue suerte”, recuerda Alejandro Chávez con una sonrisa. Su historia en televisión comenzó mientras estudiaba Periodismo, después de haber cursado su primer año y haber realizado su práctica en TVN lo llamaron para formar parte del matinal del 13: “Juntos se pasa mejor”. El espacio estuvo al aire solo durante el mundial de Francia 98’, pero fue suficiente para que Chávez comenzara a brillar en los móviles en vivo.
Por las mañanas hacía notas y por las noches continuó sus estudios, luego su carrera se amplió dentro de la señal. “Como ya había hecho móviles en ese mini matinal, nos llamaron a Cristóbal Briceño y a mí para hacerlos en "La mañana del 13". En el canal era casi imposible que dos personas nuevas hicieran algo distinto. Era más fácil que pusieran a un rostro conocido. Pero confiaron en nosotros. Y salieron buenos resultados”, relata Chávez sobre su experiencia.
En ese programa, Alejandro también trabajó con Paulina Nin de Cardona, reconocida conductora de televisión, ex animadora del Festival de Viña y actualmente es panelista de “Hay que decirlo”. Sobre su experiencia con Paulina Nin, Chavez asegura que la recuerda con mucho cariño y de vez en cuando se escribe con ella.
“Para mí, Paulina es la mejor escuela que cualquier periodista puede tener”, relata y agrega: “Te cuento: el programa en ese entonces partía a las 8 de la mañana, pero ella a las 6:30 ya estaba maquillada, escuchando radio y leyendo diarios. Siempre, y decía: 'No me van a pillar sin información'. Podías quererla o no, pero nadie le ganaba en rigurosidad”.
A su vez, Alejandro Chávez asegura que trabajar con Paulina Nin era exigencia pura. “Si ella no era periodista y te exigía al máximo, tú como periodista debías duplicar ese esfuerzo. Tenías que llegar con todo. Esa es la mejor formación. Además, tuvo el coraje de dejar TVN, donde era exitosa, para liderar un programa casi imposible: competir contra 'Buenos días a todos'. Fue como inmolarse… y aun así le empezó a ir bien. Eso fue valiente”, comenta, y asegura que Nin abrió el camino para que las mujeres en la televisión pudieran ser consideradas conductoras con todas sus capacidades, dejando atrás la imagen de acompañantes de un animador. “Gracias a ella, muchas pueden liderar programas solas”, enfatiza.
Pero en “La mañana en el 13” no solo hubo innovación con su conductora: Alejandro Chávez, junto a Cristóbal Briceño, ideó un formato de despachos más amigable que el noticiero clásico, sin perder rigurosidad, lo que representó un gran desafío. “Mi principal miedo era mi pésima memoria: se me olvidaban los nombres de los entrevistados y siempre andaba con libretas. Entrevistar a figuras políticas me daba terror, sudaba frío”, confiesa Chávez. Con el tiempo, su estilo de móviles se volvió más lúdico y cercano.
Una de las experiencias que más atesora fue cuando cubrió a unos mineros atrapados en Andacollo. “Estuvimos toda la noche trabajando, sin dormir durante tres días. Y el día que empezamos a despachar en vivo con tecnología ISDN —que la tenía Don Francisco en su casa y en un departamento en La Serena— fue la primera vez que le ganamos al matinal 'Buenos días a todos'. Para mí fue mágico. Ese mismo fin de semana recibía mi título de periodista y no pude ir a la ceremonia. Mis compañeros me hicieron un diploma de cartón al lado de la mina. Lo tengo guardado”, recuerda.
—¿¿Por qué ya no estás en matinales? ¿Extrañas volver a la tele abierta?
— O sea, me encantaría volver si que está la oportunidad, pero nunca he dejado estar en la tele porque sigo haciendo corresponsabilidad para Estados Unidos y eso lo mantengo hasta hoy. (...) Aunque como tengo un programa todas las mañanas en la radio y nos va muy bien, nunca ha estado en la posibilidad ni tampoco yo he buscado la posibilidad de volver. Además mutó harto el tipo de periodista que está hoy en los matinales, pero me encanta la tele, sobre todo los móviles. Ese vértigo de la mañana: “¿Qué pasó en la noche?, ¿qué hacemos hoy?” Eso extraño de los matinales, de empezar algo a partir de una noticia. Pero si está la posibilidad, sí, aunque tiene que ser con un tema bien como superpensado porque estoy en la mañana en la radio, tengo mis proyectos personales de capacitación en en las tardes y es más difícil con el tema del tiempo.
—¿Ves los matinales actuales? ¿Cuál te gusta más?
—Veo matinales por trabajo. En la radio tenemos monitores y vamos cambiando de canal. Pero todos tienen pautas muy similares; la diferencia está en cómo cuentan la noticia y cómo entrevistan. A mí me gustan los de Mega y Chilevisión, entre esos dos navego por como abordan la noticia. Julio César Rodríguez y José Antonio Neme me parecen los conductores más distintos en cómo abordan las noticias. Te gusten o no, tienen un estilo propio.
—¿Y los noteros?
—Entre noteros, para mí el mejor que he visto es Miguel Acuña. Él no solo contaba la noticia, le sumaba algo más, conectaba con la gente de una manera increíble. Ese vínculo humano, esa forma de transmitir en vivo, era superlativa. Hoy está en “Primer Plano”, pero para mí fue y sigue siendo extraordinario.
Y de los que están en vivo ahora, me gusta mucho Luis Ugalde. Son estilos distintos, pero los dos están a un nivel extraordinario. Pero yo creo que mezclar es súper difícil. Hacer un móvil es complejo, pero que la gente te siga y mantenerlo es más difícil todavía. Y ahí está la clave: es una mezcla de información, de conexión con la gente, de disfrutar lo que estás haciendo y no tener conciencia de que tú eres el importante. Lo importante es la gente, lo que está pasando. No creerse tanto el cuento. Creo que ahí está el tema.
—¿Crees que algunos noteros actuales buscan ser figuras?
—Quizás el sueño de ellos es ser famosos y está bien, no critico eso. Pero cuando tú das ese paso, juegas más con la gente, sabes que es más importante y que tú eres solamente un instrumento para eso… Creo que ahí nacen los que son extraordinarios. Y por eso creo que Luis Ugalde y Miguel Acuña juegan mucho con eso.
—¿Hay algo de los matinales antiguos que extrañas cuando ves los actuales? ¿Cuál es la diferencia de lo que veías y trabajabas en ese tiempo con lo que hay ahora?
—Dos cosas. Como reportero, creo que falta ser más “obrero”. Hoy son muy, muy figuras. Nosotros, cuando hacíamos móviles en el 13, éramos cuatro personas: el conductor, el camarógrafo, el enlace y el periodista. Yo era encargado de montar la antena, llevar el cable, dejar todo listo. Era súper complejo. Hoy día te pones una mochila y estás listo desde cualquier parte del mundo. Entonces, esa facilidad no la han entendido. Hay que ser más creativo. Nosotros estábamos súper limitados con la visual de la antena. Tener un enlace satelital era súper caro… Hoy con una mochila puedes salir de cualquier parte del mundo.
—¿A qué te refieres con ser “más obrero”?
—A eso: que nos tocaba la pega más dura, trabajar casi todo el día. Era mucho más difícil salir en vivo. Hoy es más fácil y no se dan cuenta de lo fácil que es. Siento que no le ponen tanta sangre. Falta más hambre hoy.
Lo otro es que me da la impresión de que los matinales de hoy sienten como pudor desde el estallido social. Todos quieren ser “del pueblo” y representar a la gente. Pero si tú haces una cosa y te va bien, y tienes una casa más grande o un auto distinto, no tienes por qué tener vergüenza. Las cosas que uno consigue son consecuencia de tu trabajo, de esfuerzo, de mil cosas.
Ahora nadie quiere dar su opinión de verdad. Tienen miedo a que la gente los castigue, a que salgan en redes sociales con lo que dijeron. Tienen miedo de decir lo que piensan. No me refiero a atacar a alguien, sino que hay una autocensura para enfrentar temas. Y los que dan el paso hacia adelante la gente entiende que pueden decir lo que otros no dicen porque tienen argumentos de fondo, porque están día a día, tienen más calle. Eso hace falta.
Tú no puedes ser periodista de calle si no tomas al menos una vez la micro a la semana, si no tomas el metro, si no conversas con los bomberos de la bomba de bencina, si no conversas con la gente. La gente hoy huele, y te lo digo por la radio, a un periodista de computador, de Google, en vez de un periodista que camine más la calle. La gente de la calle habla de otras cosas.
Yo puedo hoy buscar info y es bueno, pero la calle siempre tiene un olor distinto. La gente comenta otras cosas y hay que conversar. Eso lo aprendí de Pablo Aguilera: terminaba su programa y se iba a tomar un café al centro. No era solo tomarse un café, era conversar con la gente, preguntar qué estaba pasando.
Entonces, cuando decían “oye, viene este tema en el estallido social”, nosotros en la radio teníamos claro que la gente lo estaba pasando mal. Estábamos conectados. A muchos rostros de TV les pasó eso: no se dieron cuenta, y están desconectados de la realidad. Bájate del auto rico y empieza a ver qué pasa en el día a día.
El Chile de verdad parte a las 4:30 de la mañana, no a las 8. La gente que ve matinales, que escucha radio, se levanta temprano, prepara la casa, el almuerzo, limpia, y sale a trabajar dos horas y media antes que otros. Si no estás conectado con ese Chile, dedícate a otra cosa. Porque la gente huele cuando estás desconectado y en la radio nos va bien por eso: porque estamos conectados con la gente.
—¿Cómo ves el Chile actual?
—Lo veo súper polarizado en la política. Hay desconexión política. Es como un Chile de portada y otro de revista por dentro. El de adentro es el que escucha la radio, esa gente no sé si le interesa un programa de gobierno de derecha o izquierda. Sólo quiere creerle a alguien honesto, porque si gana uno de derecha o de izquierda, igual la persona tendrá que tomar micro, levantarse temprano, sacarse la cresta. Entonces la clase política está desconectada del día a día. La gente de los medios también. Creen que a todos nos interesa en la mañana el vandalismo. Sí, eso pasa, pero la gente también se interesa en otras cosas.
—¿Cuánta “crónica roja” cubren en la radio?
—Cero. Pero en la tele tienes ese bombardeo en todas partes. Nosotros buscamos acompañar. Y es curioso: en el estallido y en el COVID era tan importante un hospital como un banco, como una señora que hacía pan amasado. A todos les dábamos el mismo tiempo y varios emprendimientos surgieron gracias a la radio.
La gente necesita alegría, compañía. No hay que tener miedo de pasarlo bien en un matinal. Hoy parece que todos tienen miedo: si no tiran 20 asaltos, creen que la gente no los va a querer. La actualidad no es solo crónica roja. La actualidad son los precios en La Vega, la micro, el dólar, las noticias buenas también, reírse. El programa más escuchado en radio hoy es de risa, de pasarlo bien y en cuatro años nos despegamos como número uno.
Entonces, ¿cuál será el próximo paso si seguimos con pura “crónica roja”? Nuestra oferta hoy es acompañar sin dejar de lado la actualidad, pero entendiendo que la actualidad no es solo “crónica roja”. Hay ofertas de trabajo, actividades de fin de semana, niños que compiten afuera y nadie los pesca porque no son futbolistas, gente que emprende, que trabaja todos los días. Pasa una cantidad de cosas que la gente quiere escuchar.
—¿Qué contenidos sientes que falta en la TV en general? Más allá de los matinales…
—Es distinto, porque hoy mi hijo no ve televisión. Yo cada vez veo menos. Veo matinales por monitoreo en la radio. Creo que hay que buscar contenidos complementarios a redes sociales, a Google, a YouTube. Complementarios digo: conexión real con la gente, con el Chile de verdad. El Chile de hoy tiene cosas malas, sí, pero también muchas buenas.
—¿Por qué crees que la generación de tus hijos no ve televisión?
—Porque tienen computador y teléfono al lado. La búsqueda es más selectiva. Si les gustó algo, el algoritmo se los repite siempre. Dejaron de ver el formato tradicional y buscan algo que se vincule más con ellos, más individual. La tele tiene que entender eso. Ahora hay más individualidades que hablarle a “la señora Juanita”. Ese concepto de “la señora Juanita” es tan viejo, porque es seguir creyendo que hay un tipo de persona al se le va a hablar. Hoy día hay individualidad y significa que hay personas distintas, género, edad, educación formal, entonces tienes que prepararte como para llegar de repente a algo mucho más focalizado.
El regreso de antiguos programas de televisión y la farándula según Alejandro Chávez
—Hay algunos programas que están de vuelta. Uno de ellos es “¿Cuánto vale el show?”, ¿qué te provoca su regreso?
—Mi papá animó “¿Cuánto vale el show?” y creo que todos tenemos una historia que contar. En sentido de cantar algo, recitar un poema, ser malabarista, etc. Yo creo que ahí está y cae perfecto.
—¿Hay algún programa que deba volver?
—Claro, “Si se la puede, la gana”. Era un programa de pruebas familiares y creo que nos dimos cuenta que queremos hacernos un poquito más de cariño.
—Pero, ¿qué cosas que no te gustaban de esos tiempos piensas que no deberían volver a la televisión?
—En tiempos de los 90s y 2000 éramos súper crueles con las personas que eran distintas a uno. Y eso yo creo que… esa crueldad de reírnos del otro porque era más flaco, más alto, más narigón, más moreno, más blanco. Eso yo creo que quizá fue una tarea bien aprendida, súper bien aprendida. Incluso la sexualidad fue súper bien aprendida.
Pero yo creo que eso, como el tema de fondo. Y el tema de forma: hoy día, con la tecnología, la gente puede participar en la casa con el programa. Puede ser tanta cosa, pero creo que se subestima a la gente porque volvieron los programas de farándula. Está bueno, pero podrían ser otras cosas más y algo mejor.
—¿Qué opinas del regreso de los programas de farándula y sobre todo con casos tan polémicos que involucran a Karol Lucero y Francisco Kaminski?
—Está bien que vuelvan, porque hay pega para toda la gente. Si tú me dices que soy consumidor, no soy consumidor de programas de farándula. Creo que son buenos y si les va bien es que la gente lo está esperando. No hay que negar esa cuestión. Pero a mí me gustan otro tipo de programas, me gusta más los espacios de diversión, de pasarlo bien y no hablar del otro. Creo que ahí está el tema.
—¿Cómo vivieron el tema con Kaminski acá en la radio? ¿Se refieren al tema? ¿Cómo era tu relación con él?
—A Francisco lo quiero mucho y quiero mucho al Mariano, su hijo. Entonces creo que él es un súper buen gallo, es un tremendo profesional. De su vida privada no voy a hablar nada, porque él puede hacer lo que quiera con su vida privada, como puede cualquier persona. Pero yo quiero mucho a Francisco, creo que es una alegría trabajar con él siempre.


