Saltar Aviso
Tu Día
Lunes a Viernes después de "Teletrece AM"
¡El fútbol se transformó en tragedia!

Vivencial de un periodista: "Yo viví el linchamiento de Avellaneda... Había que correr por tu vida"

Hinchas U. de Chile en Avellaneda - Photosport.
Hinchas U. de Chile en Avellaneda - Photosport.
Por: 13cl
Compartir Facebook Twitter Whatsapp

El periodista de Canal 13.cl Carlos Cornejo viajó como hincha a Buenos Aires para ver el partido entre Independiente y Universidad de Chile. Acá cuenta lo que vivió al interior de la barra azul en una jornada marcada por la brutalidad y la inoperancia.

Universidad de Chile e Independiente de Avellaneda jugaban la clasificación a cuartos de final por la Copa Sudamericana. Decidí viajar a Buenos Aires, no como periodista sino que como hincha, no solo por mi pasión por la "U" y porque estaba convencido de que lograríamos la clasificación, sino que también porque amo el fútbol, porque creo que siempre debe ser una fiesta, ganes o pierdas, así que las satisfacciones estarían garantizadas. Sin embargo, el destino me golpeó en el cara y de manera brutal. Se suponía que mi mayor preocupación fuera el marcador y sellar el paso de la "U" a la próxima fase, pero terminé luchando por mi vida y siendo testigo de un verdadero linchamiento, donde hinchas azules fueron apuñalados, golpeados, torturados y denigrados por parte de barristas del "Rojo" con la concomitancia de la policía de Buenos Aires. Esto fue lo que viví en el Libertadores de América - Ricardo Enrique Bochini:

Eran las 7:30 de la mañana del miércoles 20 de agosto, a esa hora llegué a Buenos Aires junto a uno de mis amigos, con quien siempre he ido al estadio. El viaje era relámpago, era un ir y venir el mismo día, ya que había que volver a nuestros trabajos al día siguiente. Suena sacrificado, pero nos encanta apoyar a la "U" y no somos nuevos en los estadios gritando por el "León", sin embargo, esta vez la experiencia era distinta, porque ver a tu equipo fuera del país siempre es especial. Había esperanza, fe y, sobre todo, confianza en los dirigidos por Gustavo Álvarez. Habíamos ganado en el Nacional y era cosa de repetir la fórmula para mantenernos en la carrera copera.

Luego de recorrer algunos sectores turísticos de la capital argentina, llegó el momento de reunirse con los más de tres mil hinchas azules, que contrataron buses para llegar en grupo al estadio y así evitar inconvenientes. Fueron cerca de 20 las micros que nos trasladaron hasta el enorme estadio de Independiente, un trayecto que se registró sin mayores problemas. Claro que apenas llegó el grueso de la "barra universitaria" apareció el primer síntoma de lo que vendría más tarde.

La primera señal: El caótico ingreso de los hinchas de la Universidad de Chile

Éramos unas cuatro mil personas que nos enfrentamos al llamativo frontis del Libertadores de América, en Avellaneda y, tal como pasó en el partido contra Estudiantes, no había ningún plan de ingreso. Luego de varios minutos de incertidumbre, en que solo atinábamos a mirarnos las caras como preguntándonos ¿y ahora qué?, los efectivos policiales reaccionaron y tuvieron una idea "brillante": habilitaron una sola fila para 4 mil personas. Sí, una fila para esa cantidad de hinchas.

Tan ridícula era la decisión que poca gente reaccionó de inmediato y la policía aplicó la fuerza. De pronto, nos vimos rodeados por un número importante de policías que arremetió contra nosotros para darle forma a esta "fila única". Sacaron sus escudos y nos apretaron contra una reja. "¡Una fila, una fila o los cagamos a palos!", fue la "amable" indicación de los efectivos mientras lanzaban empujones con los escudos... Hasta ahí todo era normal para tratarse de un partido en el extranjero, y en Sudamérica.

Sorteamos la "genial" fila única de la policía y pudimos ingresar, claro que no sin "bajas": nos botaban absolutamente todo, hasta cables para cargar los celulares, pero ahí estábamos, adentro del estadio y ver el verde de la cancha nos trajo paz. Después de todo, era cosa de horas para ver a la "U" salir al gramado. En ese momento no lo sabíamos, pero la inspección para entrar al estadio sería la última acción de seguridad que veríamos de parte de la policía esa noche.

Te podría interesar: Arturo Vidal reacciona ante el linchamiento y solidariza con los hinchas de U. de Chile

Había que correr por tu vida en Avellaneda

El caos para entrar al estadio, las amenazas de la policía, los golpes con los escudos, todo quedó sepultado con la alegría del gol de la "U". ¡Otra vez Lucas Assadi! Fue la locura, la alegría con la que habíamos soñado: Universidad de Chile iba ganando y sellaba su paso a cuartos. El empate de los de Avellaneda, a manos de Santiago Montiel a los 27 minutos, fue un golpe duro, pero no nos afectó, el empate nos servía y el partido estaba abierto. Así se fue el primer tiempo, El descanso era el momento ideal para analizar los primeros 45 minutos y proyectar el complemento, pero no fue así. En el entretiempo comenzó el caos.

Estábamos en las galerías superiores del estadio y, sorprendentemente, en el nivel inferior había una barra de Independiente. Los fanáticos del "Rojo" comenzaron a tratar de sacar los lienzos de la "U" que colgaban de las galerías superiores, esto fue, la chispa. Por primera vez vimos a seguidores locales portando largos palos o fierros con lo que intentaban descolgar los lienzos visitantes. En un comienzo, algunos barristas del "León" reaccionaron lanzando escupos, pero las agresiones comenzaron a escalar rápidamente. En cosa de minutos quedamos bajo una "lluvia" de proyectiles: volaban butacas y piedras. Las tradicionales "cargadas" o cánticos entre barras, tan comunes en estos partidos coperos, quedaron en un segundo o tercer plano. La violencia seguía, subieron y en el ambiente se respiraba una tensión que no era común. Cuando vas a estos encuentros en el extranjero sabes que puedes enfrentar hechos violentos, pero suelen ser aislados. Ahora las piedras y todo tipo de proyectiles flanqueaban a toda la barra azul, era tal la cantidad que no podías evitar que algo te golpeara, el asunto era que no te diera en la cabeza. Me concentré en solo mirar para arriba y así esquivar lo que nos lanzaban. En un momento me descuidé porque quedé pasmado al ver a mujeres golpeadas, niños que eran cubiertos por sus padres mientras lloraban, gente con sangre en los rostros. Estimo que fueron segundos, pero fue el tiempo suficiente para que recibiera el impacto seco de una piedra en la espalda. La mochila amortiguó el golpe. Eso pensé en ese momento, ahora sé que fue la adrenalina que evitó el dolor porque estaba en modo supervivencia.

De pronto, la voz del locutor del estadio de Avellaneda dio la orden de que nosotros, la barra de la "U", tenía que abandonar el recinto. No lo entendí o no lo escuché bien, justo frente a mí pasaba un adolescente con la cara llena de sangre. Fueron algunos hinchas de Independiente, que no se habían sumado a la violencia y que estaban en otro sector del estadio, que con gestos y gritos nos dijeron que teníamos que salir. Ellos veían que estábamos bajo ataque y que teníamos que dejar el recinto rápidamente. 

Hinchas de U. de Chile son agredidos en Avellaneda -Photosport.
Hinchas de U. de Chile son agredidos en Avellaneda -Photosport.

Yo y mi amigo nos sumamos a la mayoría que enfiló a la salida, pero un número importante de hinchas universitarios no escuchó o no entendió el aviso... La zona de la barra de la "U" era un caos: había que correr por nuestras vidas.

Comenzó el descenso por las entrañas del estadio. Nosotros escapábamos del ataque al que estábamos siendo sometidos en las galerías, pero lo que vino después fue el infierno. Corríamos mientras por un lado éramos brutalmente golpeados por seguidores de Independiente y por el otro, soportábamos el gas pimienta de la policía argentina. Un grupo de no más de 30 hinchas de la U. de Chile, que ahora más me parecen héroes, bloquearon una puerta del acceso y así contuvieron por unos minutos la arremetida de los fanáticos locales. Ese acto marcó nuestra suerte porque pudimos salir rápido del estadio y buscar protección en los buses que nos habían llevado. A medida que se llenaban las micros, comenzamos a dejar el estadio, pero el drama no había terminado. En diferentes partes de la ruta a Puerto Madero, hinchas de Independiente nos apedrearon y generaron más heridos.

De los 20 buses en que habían llegado a Avellaneda, solo un par arribó a su destino, porque muchos fueron interceptados por la policía. Los hinchas azules fueron obligados a descender y terminaron detenidos. Increíble, habíamos sido golpeados por barristas y policías, y ahora nos perseguían para meternos presos. 

Quedamos sin palabras, devastados. Así llegamos a las micros que nos sacaron de la ahora, maldita Avellaneda. Cuando estábamos entrando al bus con nuestras camisetas, unos policías que pasaban nos gritaron: "¡Váyanse y no vuelvan más!" y "¡váyanse chilenos putos!". Después de todo lo que habíamos vivido y visto en ese estadio, esos insultos xenófobos parecieron caricias…

Cuando llegamos a nuestro destino, nos miramos y sentimos un tremendo alivio. Después de todo habíamos escapado de un infierno solo con algunos golpes. Pero estábamos equivocados, cuando comenzamos a ver las imágenes de lo que había vivido una decena de hinchas azules que no logró escapar de la bandeja de visitas. Ahí nos dimos cuenta de que nosotros habíamos tenido mucha suerte, porque el verdadero infierno lo habían vivido ellos.  

Temas relacionados

Programas

Ver más

Red 13