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Así es el "Ejercicio de Defensa Planetaria" que ponen a prueba a la Tierra ante el 3I/ATLAS

3I/ATLAS/NASA
3I/ATLAS/NASA
Por: Alejandro Osorio
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La ONU coordina un simulacro sin precedentes para evaluar si el mundo está realmente preparado frente a objetos impredecibles como es el cometa 3I/ATLAS.

El reciente anuncio de la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN), organismo coordinado por la ONU, dio inicio a uno de los ejercicios de defensa planetaria más complejos que se han realizado hasta ahora. Aunque el cometa 3I/ATLAS no representa una amenaza real, la comunidad científica lo ha convertido en el protagonista de un simulacro global que permitirá medir la capacidad actual de reacción ante un objeto impredecible que ingresa al Sistema Solar.

El ejercicio —que se desarrolla entre el 27 de noviembre de 2025 y el 27 de enero de 2026— no busca alarmar, sino poner a prueba la maquinaria internacional encargada de detectar, monitorear y comunicar posibles riesgos de impacto. En tiempos donde la vigilancia espacial se vuelve un requisito básico, este tipo de campañas se transforman en un entrenamiento indispensable para un escenario que, aunque improbable, es científicamente posible: un objeto peligroso llegando sin aviso.

Un cometa perfecto para el desafío técnico

La elección de 3I/ATLAS para esta octava campaña de observación no fue casual. El objeto es un cometa interestelar, es decir, viene desde fuera del Sistema Solar y transita en una trayectoria hiperbólica, lo que de entrada implica un desafío para cualquier modelo orbital.

3I/ATLAS/NASA
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Pero no es su origen lo más complejo: su comportamiento inestable, junto a una coma difusa y colas múltiples, lo convierten en un objetivo extremadamente difícil de medir con precisión. A diferencia de los asteroides —que suelen aparecer como puntos luminosos definidos— 3I/ATLAS se presenta como una masa borrosa, extendida y cambiante, lo cual desafía los sistemas astrométricos tradicionales.

Para la IAWN, este tipo de condiciones son ideales para un ejercicio de estrés: obligan a los observatorios del mundo a operar con máxima precisión y a los centros de cálculo orbital a revisar, depurar y sincronizar modelos que deben funcionar incluso con información ruidosa o incompleta.

Coordinación global ante el 3I/ATLAS: Chile juega rol clave

Durante estas semanas, la campaña moviliza a una red internacional que abarca observatorios profesionales en Chile, Estados Unidos, Europa, Japón y Australia. Cada uno debe entregar datos astrométricos y fotométricos de forma continua, siguiendo las directrices difundidas por la circular MPE 2025-U142.

3I/ATLAS/NASA
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En paralelo, distintas misiones espaciales aportan una mirada privilegiada desde el exterior de la atmósfera. Entre las candidatas se encuentran sondas de NASA y ESA capaces de registrar al cometa sin las distorsiones ópticas producidas en la Tierra, contribuyendo a refinar la órbita calculada por los equipos terrestres.

Toda esta información, una vez procesada, es enviada a centros como el Minor Planet Center de Harvard, que tiene la misión de consolidar una órbita de consenso con el menor margen de error posible. Esta parte del proceso es clave: si un objeto real representara peligro, sería esta institución la encargada de entregar la alerta primaria que permitiría tomar decisiones rápidas.

El “ejercicio de defensa planetaria”: una prueba completa del sistema de respuesta

Más allá de la observación astronómica, el simulacro pone bajo examen las líneas de comunicación y toma de decisiones entre los organismos designados por la ONU para actuar en caso de riesgo real. La prueba busca medir la rapidez con la que se activan los protocolos, la claridad de las alertas y la fidelidad con que se transmite la información técnica a las agencias y gobiernos.

3I/ATLAS/NASA
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En esta fase también participa el Grupo Asesor de Planificación de Misiones Espaciales (SMPAG), que simula —solo como ejercicio— la evaluación de posibles misiones de desviación. Aunque no habrá recomendaciones reales, esta parte del proceso replica las discusiones que tendrían lugar si el objeto fuese peligroso: impacto cinético, tractor gravitatorio o incluso misiones de reconversión orbital.

Revisión final: lecciones para el futuro

El ejercicio incluye instancias oficiales de análisis, como la revisión preliminar del 9 de diciembre de 2025 y la teleconferencia de cierre programada para el 3 de febrero de 2026. En estas reuniones se identifican los aciertos, los errores y las oportunidades de mejora para la red internacional de vigilancia de objetos cercanos a la Tierra.

Al final, la conclusión es clara: los ejercicios de defensa planetaria no son ciencia ficción ni alarmismo. Son una inversión en preparación, coordinación y precisión. En un universo donde miles de objetos cruzan cada día la órbita terrestre, contar con un sistema robusto es una forma de protección básica para el futuro.

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