¿3I/ATLAS es una nave extraterrestre o un cometa? Misteriosa anomalía reaviva debate
Una nueva hipótesis del físico Avi Loeb sostiene que el objeto 3I/ATLAS podría mostrar indicios tecnológicos en su paso hacia la Tierra.
El enigma detrás de 3I/ATLAS vuelve a ocupar titulares globales. El objeto interestelar, que avanza en dirección al sistema solar interior, ha sido centro de intensas discusiones astronómicas desde su detección. Aunque numerosos especialistas lo clasifican como un cometa, el reputado físico teórico Avi Loeb insiste en que podría tratarse de una nave espacial de origen no humano, informó el Daily Star. Su postura ha generado debate, atención mediática y, más recientemente, una nueva teoría que podría marcar un giro radical en la comprensión del fenómeno.
Loeb, conocido por desafiar los consensos científicos tradicionales, publicó un nuevo análisis que apunta a una anomalía crucial observada en el trayecto del objeto. Según explica, el comportamiento de 3I/ATLAS cerca de su perihelio —el punto de mayor acercamiento al Sol— pudo haber registrado una aceleración no gravitacional difícil de explicar mediante procesos naturales. Debido a que el objeto estuvo oculto a los telescopios terrestres durante ese tramo de su viaje, el seguimiento preciso fue limitado, lo que abre la puerta a nuevas interpretaciones.
El científico sostiene que una coincidencia poco común podría entregar una pista clave: la relación entre la distancia de mayor aproximación del objeto a Júpiter y el llamado “radio de Hill”, una región donde el campo gravitacional del planeta domina. Loeb indica que, si la trayectoria de 3I/ATLAS coincide de manera exacta con ese radio, el fenómeno podría no ser casual, sino una señal intencional.
El rol de Júpiter y la improbable coincidencia orbital con 3I/ATLAS
Para comprender la importancia del planteamiento, Loeb detalla que esa coincidencia tiene una probabilidad estadística extremadamente baja, inferior al 0,00004. Según su razonamiento, un ajuste artificial de la trayectoria —posiblemente mediante una tecnología desconocida— podría explicar la deriva detectada y un eventual posicionamiento estratégico del objeto. Incluso sugiere que 3I/ATLAS podría estar “desplegando” pequeños dispositivos cerca de los puntos de Lagrange de Júpiter, zonas estables donde operar satélites demanda un gasto energético mínimo.
La idea, aunque audaz, no es nueva en la línea de trabajo de Loeb, quien lleva años afirmando que la humanidad debería considerar seriamente la posibilidad de que objetos interestelares sean artefactos avanzados enviados por civilizaciones remotas. Sus hipótesis han generado tensiones con sectores más conservadores de la comunidad científica, llegando incluso a que la NASA organizara una conferencia para frenar interpretaciones exageradas sobre 3I/ATLAS.
No obstante, Loeb defiende que ninguna conferencia oficial puede resolver lo que únicamente datos astronómicos precisos pueden aclarar. Será recién en marzo, cuando 3I/ATLAS alcance una posición más favorable para su observación, que los científicos podrán obtener información determinante.
Una respuesta que podría redefinir el debate
El interés mundial por el objeto no solo radica en su composición o procedencia, sino en la posibilidad —por mínima que sea— de que realmente se trate de tecnología creada más allá de la Tierra. La comunidad científica continúa dividida: mientras muchos especialistas optan por explicaciones naturales, el planteamiento de Loeb apunta a la necesidad de explorar escenarios menos convencionales pero no imposibles.
Sea un cometa con un comportamiento peculiar o algo completamente distinto, 3I/ATLAS promete convertirse en uno de los fenómenos astronómicos más comentados de la década. Lo que ocurra en los próximos meses será clave para despejar dudas, abrir nuevas preguntas y, quizás, reescribir lo que creemos saber sobre nuestro lugar en el universo.
