La dura crítica de Vicente Sabatini al teatro, la TV y el gobierno: "Hay una desconexión entre el discurso de los artistas y el mundo en que viven"
Alejado de la televisión, pero no de la cultura, Vicente Sabatini habla con Alfombra Roja sobre las renovadas versiones de clásicos teatrales en las que trabajó. Hoy, su nombre resuena con la reemisión de "Romané", mientras rememora la época dorada de sus teleseries, analiza la crisis del canal que ayudó a construir y cuestiona la gestión cultural del gobierno.
La oficina de Vicente Sabatini está en el segundo piso de un edificio en Avenida Francisco Bilbao, en Providencia, a unos 2,2 kilómetros a pie de TVN, el canal que ayudó a construir y cuya crisis observa con distancia. Su espacio físico es sencillo: sus paredes son de un pulcro blanco y la privacidad de su área de trabajo solo es separada por unos ventanales. La única pantalla existente ahí, es la de su computador.
No hay televisión. Tampoco la necesita.
Hoy, Vicente Sabatini, que durante décadas fue reconocido como “el rey Midas” de las teleseries chilenas, lidera la Corporación de Directores y Guionistas Audiovisuales (DYGA Chile), entidad encargada de velar por el reconocimiento de los derechos de autor en su área. Y pese a su importante cargo, Vicente Sabatini jamás dejó de amar la cultura, las artes y el teatro.
Su más reciente proyecto creativo fue la serie "Ni tan clásicos", que versionaba cuatro grandes títulos del teatro a cargo de compañías chilenas. La selección, hecha por Víctor Carrasco, incluyó “La viuda de Apablaza”, de Germán Luco Cruchaga, a cargo de la compañía La Mala Clase; “Medea”, de Eurípides por Teatro Anónimo; “Tartufo”, de Molière, montada por Teatro La María, y “Romeo y Julieta”, reinterpretada por La Patogallina en clave de telenovela popular. Hace pocos días, el director Sebastián Pereira estrenó el documental "Nada es como antes", que muestra cómo La Patogallina y Vicente Sabatini montaron el clásico de William Shakespeare.
Respecto al documental, asegura que lo vio y lo disfrutó: “Me declaré actor secundario y totalmente sorprendido”, confiesa, y recuerda que la compañía tuvo apenas un mes para montar la obra y dos días para filmar todo el rodaje. Pese a las dificultades, Vicente Sabatini valora la experiencia y la recepción del público, ya que las compañías de teatro tuvieron que sostenerse en un contexto adverso como lo fue la pandemia.
“Había que separar las escenas masivas, evitar que hubiera 30 personajes en escena… todas esas limitaciones”, rememora Vicente Sabatini. También aseguró que nunca se le ocurrió llevar el teatro al formato telemático o una producción hecha con actores conectados por Zoom. Eso sí ocurrió en la televisión. A él, le pareció una acción atractiva, aunque “de una pobreza supina, porque había que sobrevivir. Era muy esquemático y había pocos ejemplos donde se salieran de la persona sentada frente al computador”, declara.
El "rey Midas" de las teleseries habla de rumoreado final de "Romané"
Vicente Sabatini es amante de las buenas historias, de esas que tienen algo que decir y que calan en el alma del público. Creció rodeado de teatro y libros, y no es secreto que sus grandes obras en la televisión chilena estén basadas en clásicos del drama y la literatura: “La Fiera” se inspira en “La Fierecilla Domada”, de Shakespeare; “Romané” adapta “La visita de la vieja dama”, de Friedrich Dürrenmatt; “El circo de las Montini” se basa en “El rey Lear”; y “Pampa Ilusión”, en “El enfermo imaginario” de Molière.
“Las grandes obras tienen el mérito que generan unas estructuras que son completamente vigentes, porque hablan de cosas que son vitales para el ser humano hoy día”, dice Vicente Sabatini detrás de esa inspiración. “Lo que hacíamos nosotros era meter estructuras y personajes de eso en cuentos que son completamente contemporáneos y relacionados con la vida”, recuerda.
En el caso de “La Fiera”, Vicente Sabatini y su equipo cambiaron el motivo detrás del mandato del padre de casar a la hija mayor. Además, le dieron otro final. En “La Fierecilla Domada” de Shakespeare, Catalina tuvo un destino diferente: “Es un final que yo considero triste para la mujer, porque ella entrega la oreja, hace lo que el padre quiere finalmente y se casa”, explica.
—Ahora en TVN se está reemitiendo “Romané”, ¿qué sentimientos tiene al saber que es una de las teleseries más queridas por el público?
—“Romané” tiene una maravilla que es una teleserie llena de luz. Hay una tragedia detrás, pero es una teleserie llena de luz. Hay tradiciones, todos los elementos del melodrama típico. Pero tiene eso que ustedes ven. Y la luz se compone a partir del contraste entre la vida de los gitanos, su colorido, su lenguaje y el fondo seco del desierto. Por eso la llevamos a Mejillones, para que las carpas se vieran, para que se viera el vestuario…
—¿Es verdad que el final iba a ser diferente al que salió en televisión? Se rumoreó que era otro: Jovanka se iba a quedar con el cura Juan.
—Era uno de los finales posibles.
—¿Qué lo cambió?
—Uno toma muchas decisiones. Nadie nos dijo, quiero aclarar por si todavía quedan dudas. Nosotros nos sentamos a conversar con las autoridades de la Iglesia, porque necesitábamos grabar en una iglesia y para que las autoridades nos admitieran fuimos a pedirles permiso para poder mezclar esta religiosidad de la Virgen Popular, la Santa Sara, con la católica.
Tuvimos la aprobación de la Iglesia, y me parece un hecho superabierto para la época. Lo otro era confesarles que había una historia de amor en que una mujer se enamora del cura sin saber que era uno. Después llega a la Iglesia y el hombre, del cual ella se había enamorado, sube y hace la misa. Y ahí están todas las posibilidades. Pero, no nos preguntaron cuál iba a ser el final, ni nos condicionaron.
—Se repite mucho que el final se cambió porque la Iglesia o los ejecutivos lo intervinieron…
—Ni un ejecutivo del canal, ni nadie de la Iglesia puso ninguna exigencia para esto. Y tuvimos permanentemente la compañía de, o sea, teníamos unos asesores, que eran curas trabajando con nosotros durante el proceso.
—Entonces, ¿por qué no se quedaron juntos Jovanka y el cura?
—El final es solo culpa mía. Pero no voy a confesar, porque es fome.
—No creo que sea fome viniendo del creador...
—No. Tiene una reflexión muy personal. Tiene que ver con el tema de las vocaciones, con el rol y la importancia que la Iglesia tenía en esa época, que no es la Iglesia que vemos hoy día. Era una iglesia pre-denuncia, pre-muchas cosas. Veníamos de la dictadura reciente y la Iglesia había sido un pilar fundamental para defender la vida. Y, por lo tanto, a mí me parecía que el magisterio tenía un valor social y lo puse sobre la mesa. Me parecía que esa vocación que representaban los curas en ese momento tenía un valor por sobre lo bonito de una historia de amor que era muy rupturista.
—Tanto esa teleserie como otras son icónicas por su producción, inspiración literaria, locación y más… ¿Cree que instauró un modelo de trabajo o una “escuela” en el área dramática que aportó profundidad cultural?
—Yo creo que el sistema, que fue creado desde los tiempos de Sonia Fuchs, la primera productora del área dramática de TVN, tiene todas esas mezclas de aportes e hizo que nosotros creáramos una manera de trabajar con valor agregado.
—¿Cree que ese estilo de trabajo y creación terminó con su distancia como director de teleseries?
—Es que es superautoral. Yo no puedo pedirle a nadie que haga las cosas como las hago yo. Yo las hago así, porque no me resultan de otra manera. Es mi manera natural. Es como la letra: yo escribo así, porque escribo así. No sé escribir de otra manera, eso diciendo desde lo más profundo, sin falsas modestias ni nada. Y con la complicidad, que yo agradeceré hasta el fin de mis días, de los actores que creyeron y siguieron, y encontraron un espacio que los demandaba, pero que les ofreció una oportunidad enorme para crecer.
—¿Le gustaría volver a trabajar en televisión para hacer teleseries si le dieran la posibilidad?
—A mí me pasa que yo trabajé desde la motivación y el lugar que me resultó más natural para trabajar fue en el proyecto de televisión pública de TVN. Yo estaba en TVN durante la dictadura, así que viví la transición y el proyecto que nació con el nuevo TVN, en el cual participé antes de que la Concertación asumiera el gobierno. Ahí ya se estaba trabajando en el modelo de televisión y mí me pareció natural ese proceso que vivimos, que por entonces tenía que ver con lo que yo quería decir.
—¿Y ahora?
—Me cuesta tener ese lugar. Bueno, ese lugar no existe. Ese proyecto de televisión pública no existe. No porque no pueda, ni porque sea inviable, es porque no hay voluntad política y no hay épica.
En TVN hubo una épica y había voluntad política de cambiar el modelo de televisión. Era inconcebible un modelo de televisión pública sin audiencia. Ambas cosas se necesitaban unas a las otras. Necesitábamos llegar al público porque era vital que nuestro mensaje se quedara. Esa misma necesidad tiene que ver con financiarse: necesitábamos tener audiencia y así conseguir recursos.
—¿A qué se refiere exactamente con “épica”? ¿Habla de la manera de conectar con la audiencia, de cómo se contaban las historias, o de ambos aspectos?
—Si tú quieres realmente ser un referente, o quieres ser un reequilibrio de las voces, todo esto nace de una cuestión política. La propiedad de los medios de comunicación en Chile (que están concentrados en 99,9999% en manos privadas, y que siguen los dictámenes editoriales que naturalmente hacen sus dueños), no responden a todas las voces.
El proyecto de TVN se instaló para asegurar el derecho a que todas las voces sean representadas. Para hablar de condón, que puede parecer un chiste hoy día, pero en esa época no se podía siquiera sugerir para el control de la natalidad porque la Iglesia te caía encima. Esto visto desde un punto de vista simple, pero hay una cuestión política detrás que es muy importante.
Entonces, este proyecto de TVN nació como parte de la estructura democrática del nuevo país y, por lo tanto, es vital para el desarrollo de la democracia. Esa es la épica. Y necesitábamos, no solo tener financiamiento, sino que nuestro mensaje resonara y, para eso, tenía que ser relevante.
Voy a poner un ejemplo opuesto: el periodismo de investigación en Chile se debe en gran parte a un movimiento que nació en La Nación, con periodistas que trabajaban ahí. Era gran periodismo, pero escasamente leído en la élite. Tenía calidad, pero no resonancia. Imagínate un medio de comunicación masivo como un canal de televisión y que no lo vea nadie (...) Lo que ha tenido que hacer TVN para poder equilibrar es eliminar producción, echar gente y arrendar los estudios y edificios para otra cosa, que da lo mismo. El problema es que no hay proyecto de televisión pública.
¿Por qué una televisión pública? Para dar noticias hasta programas infantiles o juveniles, todo está teñido de eso. Eso permitió financiar la gran televisión: todos los programas que la gente recuerda, como “El Show de los Libros” y más, estaban subvencionados por los ingresos del canal.
—Pensando que no hay espacio en televisión para contar historias, si lo tuviera o si se diera otra plataforma, ¿qué historia le gustaría contar?
—En este momento no estoy trabajando en ficción. Estoy dedicado a DYGA (...) Hay historias que me gustaría contar, pero no las puedo decir, porque si lo digo... No quiero levantar intereses y nadie es propietario de las ideas. Uno sí lo es de las historias que escribe y la estructura que crea. Aunque eso se les pueden ocurrir a todos.
—¿Qué formato o plataforma le parece más cómodo ahora: teatro, televisión, digital?
—A mí me parece que todo es válido, todo son ventanas. Hoy día la gente consume contenido mientras viaja, porque las ciudades son enormes y las distancias largas. La gente espera y consume en todos los medios: teléfono, tablet, horarios que elija. Esto lo que ha hecho es agigantar las posibilidades, no amenaza a nadie. La tele abierta donde la familia se juntaba a las siete de la tarde a ver la teleserie... esa estructura cambió. Pero no quiere decir que la gente no vea las teleseries.
—¿Ha tenido oportunidad de volver a trabajar con su elenco de los 90 y 2000?
—He hecho trabajos con Fundación Teatro a Mil (FITAM) y en esos trabajos me he topado con algunos. Hay grandes actores y actrices.
—Y de la nueva generación de actores, ¿hay alguno que le llame la atención?
—No se me vienen fácil los nombres. Yo veo harto teatro. El teatro está tan raro.
—¿En qué sentido?
—En el sentido que se diversificó mucho la producción de teatro, emergieron muchas compañías, cosa que es buenísimo, pero hay algo que le pasa al teatro que está sin épica. La gente habla de las cosas más diversas y extrañas, que me llaman mucho la atención. Hay una desconexión entre el discurso de los artistas y el mundo en que viven (...) Están superalejados de la vida, están metidos en unos mundos superpersonales, pero no conectan, es raro.
Vicente Sabatini dice que la desconexión no tiene que ver con un tema de clases, sino que por un problema generacional que se nos ha pasado colado. “La última gran disputa generacional que se reconoce, fue la crisis de los años 60, que terminó en la revolución de las flores y la negación por la guerra de Vietnam. Hoy día hay una brecha generacional enorme, eso le hace a los contenidos…”, dice. Luego agrega de forma tajante: “Hoy la gente es muy inculta. Es muy inculta… Y es una palabra como peyorativa, pero la gente no tiene interés por mundos que estén más afuera de su frontera. Yo no digo que no quieran consumir cultura, pero hay una desconexión...”
Además, Sabatini critica que los creadores y artistas no le están hablando a la gente, lo que aumenta el desinterés. “Uno tiene que conquistar a la audiencia. Punto. No debe decir nada más”, señala y para eso, la clave es la empatía, pensar al público al que se le obra con una obra y para él, los creadores de hoy en Chile carecen de todo eso. “Mis queridos compañeros cineastas sienten que el cine que ellos hacen, por ser chileno, la gente tiene que ir a verlo. Eso es lo más raro que hay”, dice y cuestiona esa postura: “Conquista al público, si es un acto de seducción”.
En ese aspecto, Vicente Sabatini asegura que no ha visto ningún trabajo audiovisual realizado en Chile que le haya gustado. Señala que, si bien todos los creadores desean que sus obras sean vistas, muchas veces no logran seducir a sus audiencias: “Lo raro es que digan que el cine chileno hay que verlo porque es chileno. ¿Por qué? ¿Quién dijo eso? y reclaman eso, pero busquen a la gente con historias que les parezcan relevantes, porque todo lo que sale de un autor es legítimo”.
Sin embargo, reconoce que hace un tiempo vio algo que le encantó. Aunque es obra internacional: la serie “Succession”, ganadora de varios premios Emmy.
Vicente Sabatini: “Está perdido TVN, no existe”
En junio de este año se dio a conocer el estado financiero de TVN. Según informó el Diario Financiero, la crisis del canal estatal continúa sin revertirse, ya que registró pérdidas por $5.688 millones en el primer trimestre.
La noticia surgió después de que, en mayo, el directorio de Televisión Nacional de Chile, incluido su presidente, Francisco Vidal, reconociera que las condiciones actuales del modelo de gestión de la estación hacen inviable su sostenibilidad económica. Incluso, Vidal advirtió que, con la situación actual, el canal solo podría seguir funcionando “hasta mediados de 2026”. Además, señaló anteriormente que la única forma de salvar a TVN sería transformarlo en un espacio dedicado exclusivamente a las noticias.
Vicente Sabatini, sin embargo, no comparte esta visión.
“Entiendo la necesidad de salvar TVN, pero para salvarlo hay que instalar un proyecto detrás”, dice al ser consultado por el momento actual que vive su excasa televisiva. “Si TVN no es solo un problema de que le entra poca plata, entonces se endeuda y se endeuda… Esa es la consecuencia. O sea, obviamente hay que sacar TVN de esa dinámica, porque es destructiva y entiendo que se refieren a “hay que salvarlo creando un sistema mixto de financiamiento” o “convertirlo en un canal que transmita puros contenidos envasados””, añade.
—En períodos electorales a los candidatos siempre les preguntan por sus propuestas para TVN. Algunos han comentado en venderlo…
—No dicen nada. A la política no le importa la televisión pública.
—¿Ve los programas del canal?
—Yo veo las noticias en TVN. Tengo la costumbre y nunca la voy a ignorar.
—¿Y el resto de la programación?
—No. Yo veo los programas políticos, veo de repente “Estado Nacional”, pero está perdido TVN, no existe. Lo que hay ahí es nada. Este gobierno nunca tuvo un proyecto. Nunca tuvo tres ideas juntas para Televisión Nacional.
—¿Aun colocando a Francisco Vidal a cargo?
—No. Porque en general el mundo político no tiene una respuesta buena para la televisión.
—Lo otro que pasó con TVN tiene que ver con los remakes, ya que vendieron los derechos a la competencia. ¿Qué le parece que el canal haya hecho eso? También se rumoreó que se podría hacer un remake de “La Fiera”, ¿supo algo?
—El canal vendió los derechos, lo considero una lástima porque es patrimonio, pero tuvo que hacerlo, y en la industria globalizada no es tan raro. A mí no me produjo ni una sensación, ni nada. Sentí que era parte de la caída de TVN, de desprenderse de esos derechos patrimoniales, digamos. Sonaron varias de las teleseries durante mucho rato.
—¿Pero hablaron con usted?
—No, no tienen que hablar conmigo si yo no tengo pito que tocar ahí, los derechos… La propiedad intelectual es de TVN. Yo tengo derechos cada vez que den esa teleserie que hice como director. Los escritores cada vez que exhiban sus historias tienen una remuneración que es la ley (Ricardo) Larraín, pero yo no tengo la propiedad intelectual de la obra.
—Por otro lado, ¿ve posible que se reactive el área dramática y en ficción?
—Históricamente ha ocurrido varias veces. Hubo una época en que ninguno producía, porque era caro. El capital de riesgo es alto. Eso requiere de generar un ciclo virtuoso, que te vaya bien (…) ¿Y qué es que te vaya bien? Que logres el contacto con la audiencia.
Vicente Sabatini: “Creo que va a ganar la derecha”
Desde 2017, Vicente Sabatini trabaja en DYGA Chile, donde ha representado los derechos de los trabajadores de su área. Gracias a su gestión, ANATEL comenzó a pagar los derechos de emisión de las producciones televisivas. No obstante, hoy enfrenta nuevos desafíos: YouTube, que no paga derechos por el contenido alojado en su plataforma; Amazon, con el cual mantienen un juicio; y la irrupción de la inteligencia artificial (IA).
Sobre este último punto, Vicente Sabatini ya ha planteado en distintas mesas de trabajo con el Ministerio de Ciencia la necesidad de garantizar el respeto a los derechos de autor y establecer la obligación de transparentar y reconocer el uso de esta tecnología.
Además, desde 2024, Vicente Sabatini forma parte del Consejo Asesor de la Cultura, las Artes y el Patrimonio, cargo cuya designación fue celebrada en su momento. Sin embargo, a pocos meses de que finalice esta administración, él se declara inconforme con la manera en que se ha gestionado la cultura.
—En cuanto a la gestión cultural de este gobierno, ¿Cómo la ha visto? ¿Cree que faltó algo por hacer para fortalecer la cultura, las artes, los eventos en vivo y la música?
—Faltó todo. Faltó lograr instalar un ministerio robusto. Todavía está en fase de…, pero esto no es que la gente no haya tenido voluntad de hacer, es trabajo que falta por hacer.
—¿Y lo que se ha hecho es suficiente?
—No. Es completa y totalmente insuficiente, pero hay un período…, yo diría que en la instalación de Carolina Arredondo que se ha visto un avance consistente. Ahora es un trabajo enorme, y lo que falta por hacer es mucho. Y no es un problema solo de plata, llegar al 1% del presupuesto, que es la promesa de campaña, que es lo único que hace el mundo político por la cultura: prometer que el presupuesto va a ser el 1% del gasto.
—¿Le tenía mucha expectativa al gobierno del Presidente Boric en ese sentido?
—Ninguna. No le tenía expectativa, porque en su declaración, aparte de llegar a discutir si era el 1% o llegaremos al 1% con un problema que no es plata, es gestionar la plata.
—Aun así lo nombraron como parte del Consejo de la Cultura y las Artes en 2024. ¿Cómo ha sido ese trabajo?
—Yo fui con la autoimpuesta misión de lograr que se instalen políticas públicas con distintas maneras de ingresar fondos a la producción cultural, desde el mundo privado, desde revisar la ley de donaciones y todo. Y ahí estamos. Ahora, en este momento, está muerto. O sea, está terminado el trabajo legislativo de este gobierno y, por lo tanto, no hay propuestas para trasladar al Congreso, pero esto es un trabajo más a largo plazo.
—En el pasado señaló que este gobierno y esta generación estaban llamados a ser protagonistas del cambio en Chile. ¿Lo cree ahora?
—No. No hicieron nada. Es un fracaso. Hay un fracaso generacional potente. Ahora para ellos, que pasaron en diez años de la calle a La Moneda, es notable, eso es un logro que pocas veces está registrado en la historia: que una generación desde protestas estudiantiles en la calle llegue a gobernar un país, es algo nunca antes visto, pero su intento refundacional es un fracaso completo en toda la línea.
—¿Habrá alguna otra generación que lo haga?
—Yo creo que Boric está destinado a volver a ser el Presidente de este país en un rato más. A mí, él me parece un líder notable y una persona de una honestidad que es poco común. De verdad a mí me emociona él. Pero encuentro que este gobierno hace todo mal y que la juventud no perdona todo, y la inexperiencia tampoco. Si no, mira, el equipo inicial de este gobierno, Izkia Siches… es el proceso que pasan todos, o sea, es madurar. Pero generacionalmente es un desastre.
—Y después de Boric, porque ya se termina su gobierno, ¿cómo ve el panorama del país?
—Yo creo que va a gobernar la derecha.
—¿Por qué?
—Porque va a ganar la derecha. Eso creo. Con base en lo que ha ocurrido, las encuestas son fotos y yo siempre he dicho: contestar a una encuesta es gratis, no tiene consecuencias. Yo voy y contesto, que es distinto a lo que ocurre en las urnas y pienso que va a ganar la derecha.
—¿Qué nivel de derecha? Porque está Kast, Kaiser…
—Kast.
—¿Y el que gané él, qué implica?
—Implica un peligro severo de retroceso. Yo diría que las más amenazadas son las mujeres. Aunque él no habla del tema de género, ni nada… Nada de eso le importa a la ciudadanía. Hoy a la gente lo que le importa es la seguridad y el crecimiento económico. La gente quiere seguridad, quiere salir a comprar el pan y volver a la casa con el kilogramo de marraqueta.
—¿Y ha visto un retroceso cultural en ese aspecto?
—Cada vez que la cultura logra generar algo en la gente, uno ve alegría y mucho agradecimiento. La cultura genera cohesión y eso es un valor muy apreciado en esta época de fraccionamiento y de violencia en la discusión, violencia en la conversación.
—Pero la cultura no está tan instalada; si no, no habría tanta fracción política.
—No. Yo diría que es un proceso propio de los tiempos. La caída de las ideologías y de las grandes utopías hacen que hoy se haya vaciado algo que era una guía para los que estaban a favor de un proyecto, y los que estaban en contra. Antes era fácil y natural aliarse, porque tenía que ver contigo, y eso desapareció. La gente ahora está dedicada a sobrevivir.