Amante de las películas de detectives, trabajó en una tienda de espionaje, donde aprendió el oficio de investigador privado con suma dedicación. Al independizarse, montó su propio negocio. Consiguió muchos clientes, hasta que llegaron los artículos chinos de espionaje casero, las aplicaciones para celulares y ya nadie lo contrató. 

“Valerio” estuvo deprimido, se sentó durante meses en la misma plaza y al lado del mismo jubilado a darle comida a las palomas. Pero un día el milagro ocurrió. Vio pasar a “Soledad” y el mundo volvió a iluminarse. Se propuso conquistarla. Se propuso empezar de nuevo. Lo logró… pero la rutina y la ansiedad en formar familia con ella están complicando su vida.

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