Leo Méndez se reconcilia con Marcela Duque y su hermano Esai: “Esto es nuestro nuevo comienzo"
El influencer, que fue diagnosticado con anorexia nerviosa, se reencontró con su hermano Esai y con Marcela Duque, expareja de su padre, marcando un importante hito personal.
Leo Méndez Jr. vivió un especial reencuentro familiar junto a su hermano Esai, de 18 años, y Marcela Duque, expareja de su padre.
Este acercamiento marca un antes y un después en la vida del generador de contenido, quien actualmente atraviesa un delicado momento tras ser diagnosticado con anorexia nerviosa, enfermedad que recientemente lo llevó al quirófano.
La relación entre Leo Méndez y Marcela Duque, al menos en el plano televisivo, parecía buena. Ambos fueron parte del recordado docurreality Los Méndez. Sin embargo, con los años, surgieron tensiones entre ellos que se hicieron públicas a través de redes sociales.
En 2019, por ejemplo, Leo escribió un duro mensaje dirigido a Duque en su cuenta de Instagram: “Te voy a desenmascarar por hue… Todo Chile sabrá la verdad y lo asquerosa de persona que eres. Lo mala del pu… alma. Te metiste con la persona equivocada, tengo mucha energía para seguir día y noche con esto, no voy a parar hasta verte tirada en el suelo. Con mis cosas personales, no. Sí, para ti va esto”, consigna Página 7.
“Esto es nuestro nuevo comienzo”
Esta semana, Leo sorprendió al publicar en las historias de Instagram una imagen que mostraba sus pies, los de Marcela y los de Esai, acompañada de un mensaje que dio la primera señal de reconciliación: “Esto es nuestro nuevo comienzo… y solo nuestro”.
Pero si aún quedaban dudas, el influencer compartió horas después un extenso texto acompañado de fotos de este emotivo reencuentro. En él, reflexionó profundamente sobre su estado de salud y su proceso personal.
“Necesito un maldito segundo, todo va demasiado rápido. A veces la vida no te da ni un respiro. En tan poco tiempo, me vi enfrentando más de lo que pensé que podía soportar en mi vida”, comenzó escribiendo.
“Fui diagnosticado con Anorexia Nerviosa. Por razones urgentes tuve que someterme a una operación no menor, una lobotomía hecha con un robot. (a gritos le pedí al universo que no pasara a una cirugía abierta, que me daba más terror y me iba a dejar una cicatriz más grande). Impresionante la tecnología que existe hoy en día. Pero a la vez sudaba y sentía muchísimo miedo minutos antes del gran momento, aterrador”, compartió.
Ausencias, reencuentros y aprendizajes
Leo también reflexionó sobre quiénes han estado presentes en este difícil proceso: “Y en medio de todo, entendí algo que duele más que cualquier otra cosa, que solo basta una enfermedad para ver con claridad quién está de verdad a tu lado y quién solo estaba por costumbre. La sangre no siempre significa familia y la soledad más profunda no se siente cuando estás solo, sino cuando estás mal y nadie aparece”.
Recordó además la muerte de su mascota y anticipó la visita de su padre a Suecia, donde reside hace años: “Últimamente he sentido la presencia de mi perro Aquiles más que nunca, mi acompañante de vida que partió hace tres años pero que nunca se fue del todo. Mi padre que viene ahora desde Chile, cruzando medio mundo para estar conmigo, y ese gesto vale más que mil palabras”.
El influencer también destacó el apoyo de su expareja, con quien actualmente comparte techo. “Mi ex, con quien comparto techo, ha sido testigo de mis momentos más vulnerables y crudos. Los que no se muestran en redes. Los que ni mi familia ve. Ataques, crisis, silencios que gritan”.
“Ha sido testigo y ve cómo escucho a mis voces cada vez que abro el refrigerador y lo cierro repitiendo en voz alta que no tengo hambre, solo estoy aburrido, para luego salir una vuelta a trotar o caminar. Pasan los días y él me ve apagándome poco a poco, sin saber exactamente cómo ayudar, pero sin irse. Presente, incluso cuando yo no estoy. Sin pedir nada a cambio”, continuó.
Finalmente, cerró con una reflexión sobre su crecimiento personal: “Cada gesto. Cada abandono. Cada palabra que sanó o que dolió. A pesar que todo esto puede que me haya destruido, quebrado por dentro… también me ha hecho abrir los ojos. Me ha hecho reaccionar y pedir perdón a las personas a las cuales les he fallado, como también perdonar. Sigo aquí. No igual que antes, pero sigo. Mucho más consciente, más selectivo y por sobre todas las cosas, más humano”.
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