Marcelo Lagos analiza la "cultura sísmica" de Chile, las falencias en otras emergencias, revela si toma "Terremoto" y por quién vota
En entrevista con Alfombra Roja, el geógrafo Marcelo Lagos reflexiona sobre la cultura sísmica en Chile, el rol de los memes, la migración y los desafíos pendientes en la gestión de riesgos y desastres.
Marcelo Lagos está concentrado frente a su computador y alista los últimos detalles para la clase que debe dar después del horario de almuerzo. Cuando no está en un noticiario de televisión explicando algún fenómeno natural, como terremotos, tsunamis o erupción de volcanes, se dedica a sus investigaciones y a sus estudiantes en la Facultad de Historia y Geografía de la Universidad Católica. En todos estos escenarios, el geógrafo muestra cercanía para conversar y explicar aspectos de su vida y de su área de especialización.
En la comodidad de su pequeña oficina, Marcelo Lagos conversa con Alfombra Roja sobre un logro que lo llena de orgullo. Hace poco, la Sociedad Chilena de Ciencias Geográficas (SOCHIGEO) lo distinguió con el Premio Nacional de Geografía 2025, en reconocimiento a su trayectoria, sus aportes y su compromiso con la divulgación científica.
“Este premio llega en la mediana edad, un poco más allá incluso, y se convierte en un impulso que abre nuevas apuestas”, dice Marcelo Lagos, quien cierra el computador y da la espalda a su escritorio blanco, lleno de papeles, bolsas y una repisa de libros de investigación. “Reconoce no solo la trayectoria, sino también el trabajo de comunicación científica con énfasis en lo público”, reflexiona.
“Y sin darme cuenta, llevo más de 15 años en radios, matinales y prensa explicando lo que ocurre cada vez que pasa algo grave. Eso se transformó en una práctica común y, finalmente, fue construyendo lo que soy”, agrega.
Marcelo Lagos: “Nunca he sentido los memes como chaqueteo”
Marcelo Lagos revela que jamás imaginó dedicarse a la Geografía y al estudio de los desastres naturales. Oriundo de Arica, cuando niño pasó sus días en terrenos áridos, cerros y valles, y vivía con la amenaza constante de los movimientos de la Tierra. Cada vez que miraba el mar, sabía que en sus profundidades existían barcos que habían naufragado por poderosos tsunamis.
“Yo no soñaba con superhéroes, soñaba con tsunamis gigantes y con el terremoto que me decían que vendría”, declara, y asegura que nadie en su familia lo presionó para estudiar otra profesión. Así que con los años se dedicó a su hobby. Estudió Geografía en la Universidad Católica, tras una formación en instituciones públicas y becado. Esa experiencia de educación gratuita lo marcó, y por ello, señala que siente el deber de devolver la mano a través de la comunicación científica, un compromiso que lo llevó a los medios.
Su primera experiencia en un medio fue en los años 90, cuando aún era estudiante universitario y tenía tiempo para domar olas en su tabla de surf en Arica. En esa época, Marcelo Lagos consiguió trabajo en una tienda especializada para surfistas y, durante los veranos, vendía tablas, ropa y accesorios. Además, tenía una sección especial en el programa “Corriendo Olas”, en la que explicaba todo lo relacionado al mar.
Aunque ahora se sube a la tabla con menos frecuencia, nunca dejó de observar los océanos. “Mis amigos que no estudiaron son excelentes surfistas, pero yo opté por la academia y la investigación”, rememora. Su rol como geógrafo y especialista en desastres naturales se consolidó tras el devastador terremoto y tsunami que golpeó el océano Índico en diciembre de 2004. En ese entonces dictaba un curso sobre riesgos de tsunamis y fue citado por los medios como vocero. Desde entonces se transformó en una fuente recurrente de información, y en 2010 participó activamente en terreno para apoyar la reconstrucción tras el megaterremoto en Chile. “Fueron años de intensa exposición pública, de trabajo directo y de toma de decisiones políticas”, añade.
Pero un año más tarde, su rol como vocero en temas de terremotos y tsunamis alcanzó su punto más alto. El devastador terremoto y tsunami que afectó a Japón en 2011 lo llevó a convertirse en una de las principales voces en la prensa. El día en que explicó lo ocurrido en el noticiero de TVN, consolidó su figura como experto y científico mediático.
“Recuerdo que el productor me dijo: ‘Marcelo, quédate.’”, comienza sobre ese momento crucial de su carrera. “Se me acercó Amaro Gómez-Pablos y me dijo: ‘La estás rompiendo.’ Yo no sabía lo que significaba, me explicaron que era el rating en Twitter. Me quedé y expliqué todo en tiempo real. Hubo un minuto que me llevaron a almorzar y luego me llevaron al diario LUN, donde había un escritorio lleno de periodistas que se pararon a aplaudirme porque había hecho una cobertura completa sin darme cuenta”, recuerda Marcelo Lagos.
“Ahí TVN me dijo: ‘Te vas a Japón, hagamos un documental’”, dice y después llegaron otras apariciones en canales de TV. “Radio y prensa también me contactaron. Me transformé hasta en meme. En la práctica la gente dice: ‘Necesitamos un Marcelo que nos explique esto.’ Sin querer, se construyó un personaje que explica eventos de manera clara, directa y cercana”, reflexiona.
—¿Cómo se lo toma que aparezca como meme cuando ocurre un sismo?
Cuando empezaron los memes fue algo incómodo, porque tú sabes que la academia es delicada con estos temas. Esto es serio y me están agarrando para el “tandeo”, para el “leseo” y, sin embargo, era imposible detenerlo. Incluso traté de consultar con algunos abogados para ver si podíamos averiguar quién estaba haciendo esas cosas. Pero al final de cuenta, como bien tú dices, siempre eran como positivos: El meme era un Batman, Superman, Thor...
Nunca he sentido los memes como chaqueteo, en una sociedad como la chilena, ciertamente. Si no que siempre ha sido como: “¡Por favor, te estamos esperando! Explícanos qué está pasando.”
Lo tomo de forma positiva y con el tiempo me di cuenta de que es métrica. Tener memes es un indicador más de que estás presente, pero que también hay un reconocimiento del público.
—¿Cómo reaccionan sus estudiantes y colegas de la Universidad al verlo en televisión?
Nunca me han dicho nada. Soy uno más, un compañero más de los que probablemente a algunos les cae bien y que reconocen que dé visibilidad a nuestra ciencia. Probablemente, a otros les genera un poquito de caspa. Pero en general el saldo es positivo.
Hoy, mirándolo con perspectiva, me hace más sentido. Me invita a seguir avanzando y que la experiencia acumulada se transforme en contenido para el estudiantado, tanto de pre y posgrado, de cómo hacer una comunicación científica pública, efectiva, cuidadosa con las personas y que logre ecualizar con los públicos objetivos.
—¿Ha recibido solicitudes desde otros países para entregar su opinión o asesoría?
Sí, todo el rato. En Chile permanentemente estoy haciendo estudios vinculados con el riesgo de desastres. A escala latinoamericana he participado en estudios en Ecuador, en México, en las islas del Caribe, indirectamente en Brasil, Bolivia. Voy a conferencias a los Estados Unidos, voy a conferencias a Japón. Lo que sí me ha pasado que algunos medios de comunicación latinos, por ejemplo, de los Estados Unidos, me llaman con cierta regularidad, porque hay un espacio ya construido.
Ahora fue el terremoto de Kamchatka en Rusia, venía el tsunami hacia Chile y mi teléfono no paró de sonar. Me llamaban de México, de España, de Argentina, para que explique lo que ha pasado. Y te darás cuenta de que esta oficina tiene, no sé, 2,5 por 4 metros y es el Centro de Investigación Avanzada Complejidad y acá hago todo. Además, tengo una bodega con otros instrumentos y me voy a terreno. La gente me ve en la tele, pero la verdad que estoy metido en el barro, en el cerro, en la playa, en los ríos. Permanentemente, estoy en terreno trabajando.
—Pero le gusta...
Sí, o sea, no es que me guste. Es la pega. Lo hago. Podría haber hecho otras cosas, podría haber sido pastor evangélico o podría vender autos de lujo y también me iría “la raja”, porque tengo la personalidad.
Tengo perfil transdisciplinar y me adapto a todo tipo de público, desde prebásica hasta adultos mayores, desde la caleta de algueras, mujeres en el sur hasta el grupo de ingeniería avanzada de la mina El Teniente al interior de Rancagua. No es tema. Nunca me he hecho un diagnóstico detallado, pero, probablemente, tengo cierto grado de neurodivergencia que me invita a que no me afecte lo que opinen los pares o la sociedad.
—Se puede ver como una virtud.
A veces puedo parecer un poco duro, pero no tengo temor. Puedo decirte que yo voto por Jeanette Jara. También, te puedo decir que esto está contaminando y lo digo por su nombre. Eso puede tener cosas buenas o malas en un país donde los poderes económicos tienen mucho poder.
Marcelo Lagos por futuros sismos: “Chile está preparado para convivir con un terremoto grande”
En julio, gran parte de la población chilena debió evacuar las costas tras la alerta de tsunami emitida por el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada de Chile (SHOA), luego de un terremoto de 8,6 grados Richter que sacudió Kamchatka, en Rusia.
A dos meses de esa alarma que mantuvo en vilo al país, Marcelo Lagos evaluó la medida como adecuada. Aunque las olas registradas en Chile fueron menores a lo previsto, advirtió que la experiencia internacional demuestra que incluso un oleaje inofensivo puede causar daños, por lo que la evacuación siempre resulta necesaria.
Ahora, es indudable que cada vez que ocurre un sismo y nadie sale lastimado, las redes sociales se llenan de videos graciosos, memes y llamados para que Marcelo Lagos se haga presente. Él asegura que ese fenómeno se debe a una gobernanza sísmica, más que a una cultura relacionada a los desastres naturales y que la población sepa cómo actuar durante una emergencia.
“En Chile, tenemos estándares de diseño y construcción que hace que nuestras estructuras, edificaciones, no colapsen ante eventos de gran magnitud. (…) Todos estos terremotos han fortalecido la norma de diseño y construcción en Chile. Por lo tanto, es un país resiliente ante la amenaza sísmica”, declara el académico.
“El terremoto no mata a nadie. Lo que mata a las personas es la estructura mal mantenida, descuidada, el adobe abandonado o la estructura construida fuera de norma”, dice tajante y agrega: “Ahora, es lo único que tenemos bien hecho, porque la gobernanza de los tsunamis, del riesgo volcánico, de las inundaciones, de los aluviones, de las ondas de calor, de los incendios forestales, no existe. Ahí sí que hay orfandad absoluta y todas las fichas están puestas solamente en la emergencia.”
Cuando Marcelo Lagos habla de gobernanza, se refiere a las normas, decisiones y medidas que se aplican en función del bienestar de la sociedad. Según explica, todos esos factores “permiten que una persona común y corriente en Chile no crea que el edificio se vaya a caer por un terremoto”.
“Sin embargo, si estás en Guayaquil con un terremoto de magnitud 7.6 la casa se te puede caer. Por lo tanto, no es casualidad esa conducta de que la gente se ría. Eso descansa en décadas de acciones que se han hecho para tener una respuesta razonable contra los terremotos”, aclara.
“Pero eso no existe para el riesgo volcánico, no existe para los tsunamis, no existe para un aluvión, para la inundación de un río o para los incendios forestales. Ahí no hay normas, ahí todo se quema, ahí muere gente. En febrero de 2024, más de 180 personas murieron en Viña", reflexiona.
“Ahí te das cuenta de que lo sísmico está bien gobernado. Ahora bien, ¿qué tanto sabe realmente la gente?” La gente confunde la escala Richter con Mercalli. Creen que es importante el epicentro, saben cosas, pero más o menos, no entienden bien”, agrega Marcelo Lagos.
—Pero, ¿cree los chilenos tienen cultura sísmica? ¿Considera que las personas saben cómo actuar cuando ocurre un sismo?
Yo diría que tenemos una cultura sísmica que descansa en la resiliencia de nuestras estructuras para convivir con grandes movimientos del suelo, con grandes aceleraciones. Pero si tú pones a la comunidad que habita este territorio y la trasladamos a otra ciudad cuando ocurre un terremoto importante, probablemente haya colapso, haya daño fundamental y ahí no navega bien la cultura sísmica.
Yo creo que la cultura de los memes sobre los sismos descansa en la robustez de nuestras normas y los estándares de diseño, porque si se cayera todo con los terremotos, nadie estaría haciendo chiste. Si murieran miles, como mueren en otras partes del mundo con terremotos con 7.5 grados, nadie se estaría riendo. Entonces, se conecta un poco con ello.
—¿Ha visto esos videos donde la gente intenta adivinar la magnitud de un sismo y aciertan a los datos que después entrega Sismología?
Partamos de la base de que los terremotos tienen grados solamente en la intensidad. Cuando uno habla de la intensidad modificada de Mercalli, el terremoto tiene grados, que va de 1 a 12. Cuando hablamos de magnitud, finalmente hablamos de la magnitud de momento sísmico y es un valor absoluto.
Independiente de ello, me parece bien que la gente haga el ejercicio de estimar una magnitud o los grados, en este caso de intensidad de Mercalli. Se conecta con el tiempo, se conecta con un movimiento del suelo, se conecta con la experiencia, se conecta con la distancia al foco y, por tanto, puede haber personas que le "achuntan". Me parece un ejercicio interesante, importante, porque te vas apropiando de entender el comportamiento de la naturaleza.
—Con el aumento de la migración, muchas personas que nunca habían vivido un gran sismo reaccionan con miedo o desorientación. ¿Cree que esto puede representar un riesgo para la población? ¿Debería reforzarse la educación sísmica para ellos?
Hoy tenemos un modelo de desarrollo que implica que en muchos países las personas tienen que irse. Por ende, nos está llegando un número importante de inmigrantes y claramente las experiencias de ellos va a ser distintas. Desde esa óptica, la población migrante requiere un acompañamiento cuidadoso para explicar qué significa vivir en uno de los países más sísmicos del mundo.
Yo invitaría no solo a la población migrante a ser acompañada, cuidada y capacitada, sino también a todos los habitantes de este país a que recuerden de que estamos expuestos a procesos socionaturales peligrosos. Y por tanto, el aprender a convivir con el riesgo es una tarea permanente.
—El Centro Sismológico Nacional ha señalado que existe una alta probabilidad de un sismo sobre 8 grados en los próximos años. ¿Cómo se debería comunicar esto a la ciudadanía para informar sin generar alarma?
Lo primero es que no existe la predicción. Aquí lo que hay es una alta probabilidad, en la zona central de Chile, particularmente, entre Los Vilos, aproximadamente porque no ha tenido un terremoto importante desde el año 1730, desde el 8 de julio.
Independiente de los terremotos intermedios, los instrumentos, los datos históricos, las evidencias sísmicas incluso revelan que la zona central de Chile podría tener un terremoto de gran magnitud. Y un terremoto con magnitud 8 o superior claramente va a ir acompañado de un tsunami, porque esas magnitudes generalmente se dan con deformación vertical del fondo oceánico.
Lo medular de un evento allí en la zona central es que está el 60% de la población de este país, donde está la infraestructura crítica, donde está el Congreso, en zona inundación de tsunamis, donde está tu cuenta de Gmail, los servidores, está todo.
Chile es un país muy centralista. El día que ocurra un evento grande aquí va a ser muy distinto. Por lo tanto, que el Centro Sismológico diga que para el 2026 hay una mayor probabilidad, totalmente de acuerdo. (…) Si yo te digo que algo es poco probable, no significa que no va a ocurrir. Yo puedo decir que es poco probable y va a ocurrir igual.
Y la ciencia trata de entender, a través de los datos, los instrumentos, los registros de la naturaleza, ciclicidad de grandes eventos que pueden afectar a la sociedad. Por eso, el énfasis tiene que estar en fortalecer las capacidades de la población, las conductas de autocuidado, pero también en las medidas que permitan mitigar esto. Eso implica una buena planificación urbana, buenas normas, sacar lo crítico de las zonas de inundación y fortalecer la resiliencia de las comunidades.
Pero el modelo de desarrollo en Chile en gran parte crea riesgo de desastre, por eso hay edificios sobre las dunas, por eso Chaitén fue borrado por la erupción volcánica del 2008 y ahí se está construyendo nuevamente toda la ciudad. En la práctica, generalmente, no aprendemos.
—Desde el terremoto de 2010 hasta hoy, ¿cómo cree que ha evolucionado la cultura sísmica y de catástrofes en Chile?
Chile es un país que tiene mucha experiencia para la gestión de desastres, gestión de emergencias, que es cuando la leche ya está derramada. Pero no ha logrado evitar que la leche se derrame. Por tanto, somos rápidos en ayudar, somos rápidos en reconstrucción, independiente que la recuperación sea mucho más larga, pero no somos rápidos para evitar que ocurra el desastre, porque el desastre tú lo puedes evitar, basta con sacar a la gente de las zonas de riesgo, basta con mover el hospital en una zona segura.
Desde el punto de vista de las conductas de autocuidado y respuestas de la población, yo creo que Chile está preparado para convivir con un terremoto grande. Aunque no así nuestros asentamientos humanos expuestos, porque vivimos olvidando y vivimos aumentando la exposición a zonas de peligro.
—¿Por qué cree que se vuelven a construir en lados donde hubo desastres naturales?
Porque el modelo de desarrollo crea riesgo de desastre. La estrategia de Chile es reducir riesgo, pero el modelo los crea y, por lo tanto, el peso que tiene el poder, el poder económico y el modelo de desarrollo económico neoliberal es un constructor de riesgo de desastre que debilita la memoria, las lecciones aprendidas y el individualismo que caracteriza la sociedad de consumo hoy día anestesia.
Se sigue para adelante y olvida, se piensa que alguien le va a garantizar el habitar en un territorio digno y seguro, pero nadie se hace responsable. El socavón aparece la zona de Concón y: ‘Ups, apareció el socavón. La culpa no es mía’.
—¿Y la gente que vuelve a construir sus casas en esos lugares que fueron afectados?
Es que hay dos escenarios acá: Primero que nada, hay un escenario que gran parte de la gente en Chile vive donde puede. Son muy pocos los que pueden decidir dónde vivir. Y, segundo, gran parte de la planificación urbana en Chile está muy permeada por los intereses de privados que tienen mucho poder en este país. Con poder puedes debilitar las gobernanzas, puedes hacer que la planificación urbana se debilite, puedes hacer el lobby necesario para urbanizar una duna, llenarla de edificios y después el culpable es el Estado y no el privado que compró barato, vendió caro y se fue.
Eso nos invita a reflexionar que tenemos que cambiar el cómo habitamos porque el Estado debe garantizar seguridad. El Estado debe garantizar el habitar territorios dignos y seguros y eso no se está cumpliendo, porque los desastres siguen y siguen aumentando. Independiente que hasta ahora en Chile hemos tenido pocas víctimas en el frente de los incendios, la única forma que paren los desastres es cambiar el cómo lo estamos haciendo. Porque si realmente lo estuviéramos haciendo bien los desastres irían a la baja y cada vez son más impactantes, hay más daño económico, más víctimas. Por lo tanto, hay que cuestionarse. Algo estamos haciendo mal.
—¿Ocupa alguna aplicación o plataforma para informarse más por el tema de los sismos?
Estoy suscrito al Servicio Geológico de los Estados Unidos y al Centro Sismológico Nacional. Hoy día casi todo está disponible en línea rápidamente y, por lo tanto, cuando ocurre algo me entero rápidamente.
No tengo televisión en mi casa, no veo televisión, pero sí rápidamente Twitter o como se llame hoy día, miro y luego me meto las páginas de los centros de investigación globales en estos temas y rápidamente tengo un diagnóstico de lo que está pasando.
—En estos temas suelen aparecer predicciones de tarotistas o videntes, y usted incluso ha tenido algunas discusiones mediáticas con ellos. ¿Qué opina de este fenómeno? ¿Qué cree que se debería hacer para aumentar la credibilidad de las ciencias por sobre este tipo de predicciones?
No he tenido discusiones con nadie. Si tú revisas la fuente primaria, no vas a encontrar ninguna entrevista donde yo he tenido alguna discusión con alguien. Esa es una construcción que se hace en los medios de comunicación, donde sencillamente digo: "Los terremotos no se pueden predecir."
Ahora, si el medio de comunicación lo transforma en otra cosa… Eso es un invento, todo el rato. (…) En cualquier parte del mundo serio, personajes que dicen tener saberes increíbles estarían en la casa. Ningún medio de comunicación los escucharía. Ni siquiera reflexionaría sobre su existencia, pero en este país hacen noticias y eso revela que la cultura sísmica en Chile es relativa. Los medios permanentemente le dan vitrina a estas cosas que no tienen ningún peso, ni validez.
Y, por lo tanto, lo que me genera a mí es que yo no hablo del tema. Porque solamente al hablar de eso se genera más ruido. (…) Eso hace que la gente les crea. La gente cree que Chile se cae de pedazos, por favor, ¿de dónde salió eso? Tremendo país tenemos.
Al cierre de esta entrevista, Marcelo Lagos toma su computador y se dirige a salir de su oficina. Alude a que sus estudiantes lo esperan y bromea diciendo que podrían “llegar a matarlo”. Son días acelerados, habituales en la época previa a las Fiestas Patrias. Al mencionar las festividades y la posibilidad de probar el clásico bebestible llamado “Terremoto”, el geógrafo declara: “Jamás voy a tomar esa cochinada. Nunca”, dice tajante y con una de sus manos sostiene la puerta para cerrarla. Está apurado. “Puedo tomar vino o cerveza, pero mezclar vino con pipeño provoca una diarrea crónica”, añade con humor.
El que las variantes de esa bebida alcohólica lleven nombres de “Terremoto” y “Tsunami” tampoco le hacen gracia. “Eso te revela cuánto sabemos. ¿Qué es la cultura sísmica en Chile?”, reflexiona Marcelo Lagos y agrega: “Saber hacer un pipeño, eso es cultura sísmica. Sí, nos reímos. Lo tomamos con humor. Pero, está bien, es parte de la cultura chilena”, concluye, se despide y corre por el pasillo hacia la escalera que lo lleva hacia su clase.



