Boris Quercia lanza "Me rompiste el corazón": su homenaje a Roberto Parra y la cultura guachaca
El actor y director Boris Quercia habla con Alfombra Roja sobre la película que hizo en honor a Roberto Parra y además analiza la cultura en Chile.
El director Boris Quercia (58) es uno de los discípulos del folclorista chileno Roberto Parra. Durante su juventud, se puso en sus zapatos para representarlo en una obra inspirada en una experiencia personal: “La Negra Ester”. Un drama que relataba la vida nocturna del puerto de San Antonio, la música popular y las noches en el cabaret y que con los años se convirtió en un clásico del teatro nacional.
Ahora, completamente vestido de negro, Boris Quercia se sienta en la cafetería del patio techado del 13, para conversar con AR13 sobre la película que realizó en memoria de Roberto Parra (y que estrenará en cines el 21 de agosto): “Me rompiste el corazón”.
“Durante los ensayos de ‘La Negra Ester’ nació una amistad con Roberto. Él vendía sus libros fotocopiados en papel roneo afuera de la carpa, y al final de cada función subía a tocar con La Regia Orquesta”, dice Boris Quercia de sus recuerdos personales con uno de los integrantes del mítico clan Parra.
“No nos acompañó en giras internacionales, pero sí en las nacionales, y se creó una complicidad especial, porque yo lo interpretaba en el escenario, convirtiéndome en su alter ego. También tuve mucho contacto con su familia, sobre todo con su viuda, Catalina Rojas. Con ella mantuvimos viva la idea de hacer una película sobre su historia, perseverando incluso cuando parecía difícil”, comentó.
Boris Quercia dirigió película sobre el amor de Roberto Parra y "La Negra Ester"
La cinta surgió como un homenaje al folclorista. Con el permiso de su viuda, Boris Quercia comenzó a trabajar en la producción de la película que tuvo a Daniel Muñoz en la piel de Roberto Parra y a Carmen Gloria Bresky como “La Negra Ester”. Sobre ambos actores, el director sólo tiene flores que lanzar: “Llegamos al momento preciso para hacerla. Daniel era la persona ideal para el rol; Carmen también encajó perfectamente. No suelo creer en cosas invisibles, pero siento que el espíritu de Roberto nos acompañó, haciendo posible que todo se alineara”.
Antes de comenzar a trabajar en la película, Boris Quercia le contó a Álvaro Henríquez, vocalista de Los Tres, que haría una película sobre Roberto Parra. El director y el músico son amigos desde jóvenes, vivieron juntos en una casa en calle Romero y los dos siguieron los pasos del “tío Roberto” en esa época. Cuando Henríquez supo la noticia sólo le dijo: “Yo tengo que estar ahí”.
Boris Quercia dice que Álvaro Henríquez llevó grabaciones de canciones que interpretaba con Roberto Parra. Horas de estudio musical y de diferentes anécdotas que consideró relevante para estar en la película. “En un momento está Álvaro con Roberto con una casetera, preparándose para un concierto, y don Roberto le está contando cosas. Todas estas anécdotas que le cuenta… me sirvieron muchísimo como columna vertebral para contar su historia”, señala Quercia.
“La mano de Álvaro está puesta ahí; se preocupó y hay un trabajo patrimonial. De repente, una de las cuecas la escuchó y dijo: “No. El tío Roberto tocaba esa cueca en otro tono”, relata Boris Quercia sobre algunas experiencias de la filmación. “Entonces fue con sus músicos, doblamos la guitarra, doblamos la voz con Daniel, y la dejamos en el tono que tenía que ser”, añade.
Boris Quercia: "Chile es un país que no cuida mucho su patrimonio"
Al hablar del impacto de "La Negra Ester" y la figura de Parra en la cultura chilena, y el motivo del rescate del romance que originó una de las obras de teatro más famosas del país, Boris Quercia asegura que el fenómeno es llamativo.
"Hay una cosa súper potente y es que Chile es un país que no cuida mucho su patrimonio por varias razones", dice el director, mientras se acomoda en el asiento y deja sus pies en la silla que se encuentra a su lado, totalmente relajado y a la vez, analítico. "Una porque somos un país de terremotos, porque aquí las cuestiones se caen. El año 1906 se cayó Valparaíso entero. Entonces, esos edificios que eran de 1850 no existen. No hay patrimonio. No se cuida el patrimonio", agrega.
"Tampoco se cuida mucho el patrimonio cultural, quizás porque éramos un país que era como una pequeña islita y de repente uno tiene acceso a todo. Entonces, es interesante como en la historia de Roberto hay un rescate patrimonial", dice Quercia y asegura que el artista nacional implementó el jazz “guachaca” inspirado en el sonido que venía de Nueva Orleans, en Estados Unidos, pero modificado "a la chilena".
"Es un trabajo profundamente popular, viene de las raíces, viene de los bajos fondos, viene de la calle", dice Quercia sobre la música de Roberto Parra y también lo enlaza con su creación teatral: "La Negra Ester". "Lo más potente es lo que viene de abajo. ¿Y de dónde sacó Violeta su inspiración? Ella recorrió los campos, escuchaba a las viejitas, las músicas del pasado y su trabajo de recopilación. Nicanor es la contraposición a la poesía Neruda, que es una poesía lambicada, llena de figuras… Por otro lado, está la visión de Roberto, que la tiene también el pueblo chileno: que es cómo se enfrenta la tragedia y ¿cómo le gano la tragedia? Riéndome de ella", agrega.
"Hay una frase que yo siempre repito de Raúl Ruiz, un gran cineasta chileno que radicado en Francia, que decía en Chile lo único que se puede hacer son comedias porque hay terremotos. ¿Y qué haces tú frente a un terremoto? No tienes más que reírte (...)", comenta Boris Quercia y reitera: "A pesar de todo me río, me sigo riendo, porque la vida del pueblo chileno es dura".
—Esto me recuerda a cuando cada vez que tiembla aparecen memes en internet. Incluso en la canción del “Jappening con Já” que dice: “Ríe cuando todos estén tristes…”, quizás desde hace mucho tiempo frente a las tragedias lo único que quedaba era reír.
BQ: Es verdad. No lo había pensado… y es que fuimos un país muy precario. Un país muy pobre finalmente. O sea, seguimos siendo un país muy pobre. Hay que ver la cantidad de gente que gana bajo los 700 mil pesos en Chile. Es muchísimo. Entonces, hay una elite cultural que se nubla y cree que vive en Miami o en Europa. Y hay que recordar a veces de dónde venimos, quiénes somos, ¿cachái?
Entonces en esta película, que es una historia desgarradora de amor, está llena de humor también. No se abandona el humor, porque sin el humor nos hundimos. Así que es esa es otra enseñanza de Parra.
—En ese sentido, “La Negra Ester” y “La Pérgola” son obras icónicas… ¿Crees que cumplen un rol en reflejar a Chile?
BQ: Era un teatro para toda la gente. Era teatro para llenar salas, para salir a las calles, para darse al aire libre. Eso tenía “La Negra Ester” y se daba en un grupo llamado “El Gran Circo Teatro” y había graderías de mil personas. Era una fiesta y en el intermedio mientras comías, podías ver a los actores maquillarse. Entonces, este tono de fiesta popular no lo tiene otro tipo de teatro, ¿no? Que es más selectivo, más elitista…
Aquí hay una cosa de la élite también contra el pueblo, pero a niveles culturales, ¿sabes? Hay un mundito cultural que, también se enquista en los gobiernos, en las instituciones, que tienen un circuito de cine, de teatro, que son muy elitistas, que no se entiende mucho cuando vas a ver ciertas películas y quedas medio colgado con ciertas obras de teatro. “La Negra Ester” y “La pérgola de las flores” son obras para todo el mundo. Ambas cumplen el rol del artista: que es hablarle a la gente. No hablarse a sí mismo o a los pares. Hay mucho artista que se habla a sí mismo y le habla a sus pares para que vean su obra.
—¿Crees que eso sigue pasando?
BQ: Por supuesto. Ahora hay géneros que no son así, como la música. La música toma lo popular, hacen conciertos, son masivos. Pero a nivel de teatro sí.
Boris Quercia: “Si un gallo decide hacer la película de lo lindo que tiene el ombligo, que la haga"
—¿Y en el cine?
BQ: En el cine hay de todo y está bien que sea así. O sea, si un gallo decide hacer la película de lo lindo que tiene el ombligo, que la haga, que vaya festivales, no hay problema. Pero también hay intentos de hacer comedias más populares, que han salido varias.
Hay intentos muy exitosos como “Denominación de origen”, que son películas hechas con muy poquito dinero y sin siquiera usar actores, que le fue muy bien en sala. Está bien, tiene que haber todo.
—Tomás Alzamora, su director, señaló que al cine chileno le falta cultura popular propia. ¿Estás de acuerdo?
BQ: No me gustan las generalidades. Hay de todo. Hay películas como “Denominación de origen”, “Violeta se fue a los cielos”, y hay películas más elitistas que no se entienden, que son para un público más específico, que se estrenan en pequeños circuitos de sala que no les interesa lo comercial.
Yo personalmente lo que quiero es llegar al mayor público posible. Siempre he tenido una mirada social. El cine como un espejo contemporáneo de lo que está ocurriendo.
Así pasaba con “Sexo con amor”, que se estrenó cuando el país era muy pacato, que los medios eran muy pacatos, no se hablaba de sexo en los medios en ese tiempo, ni nada. Y sin embargo, la gente en la calle sí lo hablaba. Además era una comedia y la gente quería reírse. Me gustan mucho las comedias. Yo hago ese tipo de cine y tengo una vocación popular, pero hay otras personas que no la tienen y está bien.
Ahora va a salir “La Ola” (de Sebastián Lelio), una película que costó diez veces más que “Me rompiste el corazón”, y es más para un nicho, hablan desde una intelectualidad, sobre una visión de Chile, qué sé yo. Pero está bien que se haga, o sea, creo que tiene que haber de todo. Lo peor es que haya que unificar y que todos hagamos lo mismo.
—Desde tu experiencia en el mundo cultural, ¿qué opinión tienes sobre la gestión del actual gobierno en esa materia?
BQ: Mira, en cuanto al apoyo a la cultura, yo soy súper optimista. Creo que desde el retorno de la democracia, hasta ahora, ha existido un camino constante de apoyo y de mayor conciencia de que la cultura es una parte importante del bienestar de una sociedad.
En ese sentido, creo que todos los gobiernos, de todos los colores políticos, han comprendido esto y han apoyado. He vivido un camino creciente en ese sentido y estoy agradecido por los apoyos que he recibido de la cultura, porque sin eso habría sido mucho más difícil.
Así que no tengo quejas, como algunos colegas puntuales, sobre este u otro gobierno. No me cabe duda de que el gobierno que venga, sea del color que sea, seguirá en esta línea de apoyo.
Creo que es algo que tiene que ver con el desarrollo de los países. Chile, aunque con algunos frenazos importantes, tiende a avanzar en su desarrollo, y eso está ligado, obviamente, a que la economía genere más puestos de trabajo y mayores riquezas. Por ahí tenemos que ir, y creo que a mayores riquezas vamos a tener más cultura; será un camino que irá de la mano.
—¿Y en el caso de las teleseries?
BQ: Creo que la gente las necesita. No pienso que, por ejemplo, dar puras teleseries turcas envasadas cumpla con las expectativas que tiene el público. ¿Por qué? Porque hay una necesidad de verte reflejado en los referentes culturales y musicales, de ver tu vida reflejada.
Entonces, claro, a veces las teleseries turcas son súper lindas o las series que dan en Netflix son alucinantes y con mucha acción. Pero hay un momento en que tú quieres ver al vecino, quieres hablar del barrio, ¿cachai? Y cuando llegue ese momento, ¿qué vas a ir a ver? Vas a ir a ver “Denominación de Origen”, vas a ver “Me rompiste el corazón”. No vas a ir a ver “Superman” en ese momento. Que estará muy bien hecho y lo que quieran, pero hay una necesidad.
—¿Crees que al público chileno le interesa la cultura popular?
BQ: Absolutamente, y hay una cosa que puede ser bien inocente, pero habla de eso: la capacidad que tenemos de transformar cualquier hecho internacional en un meme propio que se empieza a viralizar, o cuando alguien hace alguna afrenta a lo nacional, se le empieza a atacar con recetas de cocina chilena.
Hay una cosa identitaria en esta “idiotez” que habla de una necesidad de tener una personalidad propia. ¿Y cómo se construye una personalidad propia de un país? Con cosas que tengamos en común en este territorio y que no pertenezcan a otro. Y dentro de esas cosas que tenemos en común está “La Negra Ester”, la cueca, el jazz “guachaca”, lo que representa Roberto Parra.
—¿Crees que debería hacerse una distinción entre lo que es “cultura” versus “la cultura popular y “guachaca”?
BQ: Creo que lo “guachaca” es mucho más poderoso que lo otro. Sí se separan, evidentemente. Hay una frase en la película, que salió de las grabaciones que te comentaba, de Roberto: “¿De qué sirve vivir sin un cobre, si hasta asco le tienen a los pobres? Esa gente, esos señores que se dicen educados…”
Hay un cierto desprecio a lo popular del docto, de aquel que se siente erudito en alguna materia y que hay un desprecio a lo popular cuando no tendría por qué ser así.
Pero, también, creo que es miedo a adentrarse en caminos desconocidos. (…) Es verdad que puede haber un cierto rechazo de una cultura más elitista hacia la popular, pero finalmente hay solo dos clases de películas: las buenas y las malas. Lo mismo con los poemas o la música. Es tan lindo escuchar una orquesta sinfónica tocando a Bach como escuchar un cuarteto tocando las cuecas de Roberto.
Van dirigidos a la misma parte: a nuestra sensibilidad, a nuestro espíritu, a nuestros sentimientos y emociones. El punto es que esté bien hecho, sea una cosa u otra. Son diferentes, requieren rigores distintos, pero se conectan en que van dirigidos a la emoción. El problema es cuando las cosas se vuelven vacías, solo cáscaras. Cuando tienen corazón, siempre llegan.


