En el año 2003 Mario Kreutzberger enfrentaba un duro reto en el Estadio Nacional, llegar a la meta de recaudación en la Teletón.

Frente a las dificultades que vivía el evento benéfico, Daniela García, estudiante de medicina que había sufrido un accidente ferroviario, decidió sumarse a la campaña para así motivar al público chileno a colaborar y lograr la meta de la organización.

17 años después, cuando la Teletón vuelve a enfrentar una gran crisis, Daniela decidió participar en la transmisión para dar fe de cómo la organización cambió su vida. Con 10 años de trabajo para la fundación, Daniela confesó sentirse afortunada por haber contado con la Teletón por lo que decidió dedicar su vida y su experiencia a devolver lo recibido. 

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