De Tú a Tú

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Emoción, risas y fuertes declaraciones: ¡Aquí lo mejor en "De Tú a Tú"!

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Como todas las semanas el horario prime de Canal 13 nos cautiva con grandes invitados y memorables momentos en una sana conversación con nuestro animador Martín Cárcamo. ¡Por eso aquí les dejamos lo mejor de esta semana en De Tú a Tú: Lo mejor!

Malucha Pinto

El lunes, Martín Cárcamo llega hasta la Comunidad Ecológica de Peñalolén, a la casa de la reconocida actriz nacional Malucha Pinto, para compartir “De tú a tú”. Hace 17 años vive en su casa construida de barro y madera, diseñada por el arquitecto Tomás Carvajal y ella misma. Ella llegó a la Comunidad Ecológica porque necesitaba estar en contacto con la naturaleza por su hijo Tomás.

Sus recuerdos de 1973

“Yo quería crear un teatro que transformara el mundo. Por eso quería estudiar teatro. Yo sentía que el teatro era una herramienta para transformar el mundo. Y para eso sentía genuinamente que no tenía herramientas de conocimientos del mundo, por eso entré a estudiar sociología. Y creo que por ahí, en algún rinconcito de mi corazón, era darle al gusto a mi papá”.

Mientras ella estudiaba, se produjo el Golpe de Estado, lo que fue un momento muy duro, “de quiebre y ruptura total” para su familia. Parte de ella se fue al exilio, algunos primos detenidos desaparecidos.

“Me casé un mes después del Golpe de Estado. Habíamos empezado nuestro pololeo con Eduardo, en el verano. Llevábamos meses pololeando”. Martín le pregunta por qué se casó tan pronto.  Malucha responde que “No era como ahora. Ahora la gente se queda para siempre con sus papas. Uno salía del colegio y se iba de la casa altiro”.

Dice que su matrimonio fue loquísimo porque “alguna gente que fue, estaba siendo buscados. Fueron a querernos, a abrazarnos. Fue uno de los Quilapayún. Fue uno de mis primos, Fernando, que lo andaban buscando fue a darme un abrazo”. Después de eso lo apresaron y no lo vieron más. De sus primos solo quedó uno, Rodolfo, que vive cerca de ella. Es el único sobreviviente de una familia de tres hermanos. “Te rompe. Es algo que te rompe para siempre”.

Su hijo Tomás

Malucha recordó cuando comenzó su relación con el papá de Tomás, Joaquín Eyzaguirre, hijo de Delfina Guzmán. Con él sí se casó, obteniendo su segundo matrimonio y su segundo hijo. “Decidir tener un hijo fue una decisión profunda. Y lo planificamos”. Hizo una temporada de “De Chincol a jote” embarazada. “De hecho, con ‘Los Hueseros’ salía con el Tomy en la carreta. Lo disfrazábamos de hueserito porque Perla, la huesera, estaba embarazada”.

Su hijo menor, Tomás, tiene parálisis cerebral. Cuenta que fue Delfina, su suegra, quien se dio cuenta que algo le pasaba al pequeño. Lo llevaron a la clínica y el diagnóstico fue terrible. “Sentí que la vida se me fue. Se me acabó la vida. No podía parar de llorar. Odiándome porque lloraba. Ahí empezó un viaje, la otra vida”. Les dijeron que el niño tenía máximo 3 años y también tenía epilepsia “y, además, descifrarlo. Descubrir qué había ahí, quién era, cómo comunicarme con él. Eran horas y horas de mirarlo. Apareció esto de sentir al otro”. Y continúa: “Empecé a hablar como él, me trataba de comunicar con él, con sus sonidos. Empecé a ponerme en sus posiciones para ver cómo se sentía. Y desde ahí, comenzó a surgir un lenguaje. No solo me revelaba el Tomy, sino que se me revelaba el mundo”. Concluye que fue “una época hermosa. Tremenda pero bella”.

“Todos los años es un desafío. Todas las mañanas, cuando voy a la pieza del Tomy, tengo un momento de decir ‘¿estará vivo?’. Pero también aprendes a vivir con eso porque esa plena conciencia del fin también estructura tu vida”. Cuenta que a su hijo hace muchos sonidos, le encanta la política y la música.

El hijo mayor de Malucha, Cristóbal, le manda un saludo por video que emociona a la actriz. No se ven desde antes de la pandemia. Él es chef y está en Punta Arenas. Sacó el talento del papá de Malucha.

Luego, Malucha invita a Martín a conocer a Tomás y a Margarita. Margarita es quien ayuda a Malucha a cuidar a su hijo, desde que nació y salió de la clínica.

Su carrera

Martín le muestra una escena de la primera teleserie en la que participó: “Alguien por quien vivir”. Ella se sentía una actriz dramática, “no me sentía cómica, para nada”. Pero Roberto Poblete la invita a trabajar en una obra de teatro que se llamaba “Sálvese quien pueda”, y ahí nació una faceta distinta. Y luego, Cristián García-Huidobro la invitó a “Los Eguiguren” como la Señorita Prisci. “Esa fue una época muy especial, porque eran años muy oscuros en Chile. Terribles, muy dolorosos. Teníamos esta alianza férrea, de mucha cofradía, de mucho apañarnos, todos los fines de semanas lo pasábamos juntos”. Ella reconoce que su carrera cambió con la señorita Prisci.

También recuerdan a “Hermosilla y Quintanilla”. Malucha dice que “Fue una época muy delirante, siempre mirando Chile (...) La comedia es espectacular porque tú puedes hablar de todo y puedes hablar con mucha agudeza respecto a las cosas que pasan, pero desde un lugar que te desapega de lo que está ocurriendo y puedes reflexionar sobre eso sin tragedia, sin drama con más simpatía. Me encanta la comedia”.

Sebastián Keitel

El martes Martín llegó a las 7:40 horas de la mañana, Sebastián Keitel (48), el hombre que alguna vez fue “el blanco más rápido del mundo”, llega a la casa de Martín Cárcamo -en la franja deportiva- para comenzar el día con una rutina de ejercicios junto al conductor de “De tú a tú”.

Comienza diciéndole a Martín que él nunca ganó una carrera hasta cuarto medio, que su mejor marca es 10.10 segundos en los 100 metros planos y 20.15 en 200 metros, “llegas a correr a casi 40 km/h”. Relata que tras la muerte de su hermano, quien falleció hace un mes de ELA (Esclerosis lateral amiotrófica), recibió una llamada del Presidente Piñera quien le dio sus condolencias y le dijo que iba a abrir los gimnasios y que íbamos a tener franja deportiva en la tarde, “le voy a cobrar la palabra”.

Antes de ponerse a entrenar, Martín le pregunta al deportista la afición que tiene por los tatuajes. Tiene 19 tatuajes, de viñetas antiguas, de superhéroes y de clásicos dibujos animados. Pero de todos los superhéroes, dice que su favorito es su hermano Luis, “mi hermano sin poder hablar, sin poder mover ningún músculo en su cuerpo para mí era la persona más fuerte del mundo. Sin hablar era capaz de comunicar con sus ojos lo que ningún superhéroe podría comunicar. Lo único que le faltaba era volar y se guardó hasta el final para poder volar, justamente para sacar sus alas, su capa, para volar directamente al cielo”.

Tras el entrenamiento matutino, Martín y Sebastián se vuelven a reencontrar, esta vez en el departamento donde vive el ex atleta junto a su familia. El actual diputado de Evópoli le muestra que tiene gran parte de sus medallas y trofeos en el baño de visita, “acá la idea es que estás en el baño, acá sentadito, y empiezas a ver todas las medallas”.

La muerte de su hermano

Sebastián cuenta que su padre falleció cuando él tenía 8 años, por lo que su hermano Luis pasó de ser su hermano mayor a ser el papá, el hermano, el mejor amigo y el acompañante de su madre. “A los 33 años le dicen, ‘tienes Esclerosis lateral amiotrófica’. ‘¡¿Qué?!’, ‘y te quedan dos años de vida’ (…) es quedar atrapado en tu cuerpo con tu cerebro al 100% y toda tu musculatura muerta”, relata.

Sebastián cuenta que vivieron situaciones límites con su hermano a medida que la enfermedad iba avanzando. En una oportunidad casi atropella a su madre saliendo de la casa en auto, fue la última vez que Luis se subió a un auto. Cuenta que cuando su hermano perdió la voz estuvo hablando 10 años con voz de mujer porque el computador estaba programado con una voz femenina, “yo tengo más memoria de la voz de Luis con un computador, a través de una mujer, que de su propia voz”.

Cuenta que murió de 50 años y que estuvo casi 17 años con la enfermedad, es decir,  un tercio de su vida, “entonces todos los hijos de él, mis hijos, todos los hijos de los amigos, conocieron a Luchito en cama. Pero yo me trato de quedar no con la muerte de Luis, me trato de quedar con la vida de Luis, de todo lo que… Martín yo creo que a todos nos dejó un mensaje increíble del día a día, de esa lucha, de esa perseverancia, de ese esfuerzo. Luis estaba de acuerdo con la eutanasia pero no estaba de acuerdo en ‘él’ practicarla si es que hubiese sido legal acá en Chile”.

Y agrega, “parte de por qué yo entré a la política fue justamente por decir, ¿qué pasa con las enfermedades raras en este país que no están cubiertas por ningún plan del Estado, ni el Auge ni el Ricarte Soto? Mi primer proyecto de ley fue que el ELA fuera incluido y hoy día el ELA es parte del Ricarte Soto”.

El día que Luis falleció Sebastián estaba trabajando en una sesión de la cámara, dice que al tercer llamado telefónico de su madre contestó y le contó que su hermano se estaba muriendo, colgó y partió inmediatamente donde se encontraba. “Lo agarré de la nuca atrás, le levanté la cabeza, todos rodeando su cama, sus tres hijos, su señora, mi mamá, el Pupi, mi señora y yo hablándole al oído. Lo único que le decía era: ‘ya Luchito descansa, está el papá esperándote, el tata, descansa’, y el seguía luchando y seguía luchando y miraba con los ojos como desesperado. Hasta que de repente se murió así, en mis manos”.

Sebastián cuenta que extrañamente no lloró pero que desde ese momento comenzó su rol protector, “si yo fallaba, si yo lloraba, si él me veía llorando a mí, yo le iba a fallar a mi mamá, a sus tres hijos, a su señora. Y yo no lloré prácticamente hasta el día siguiente”.

El éxito como velocista

Sebastián cuenta que académicamente le fue mal en el colegio, que pensaba constantemente en entrenar y que su primera carrera la ganó estando en cuarto medio. Martín le pregunta qué pasó para que el velocista comenzara a triunfar después de los 18 años. Dice que se sentó con su madre para explicarle que él necesitaba un año para entrenar y así correr por Chile. Ese año fue campeón por Chile en los Sudamericanos.

Dice que por un tema genético, donde varios familiares han sido atletas, partiendo por su padre, se obsesionó con competir, “yo te compito en todo y lo compito hasta el día de hoy con mis hijos echando una carrera de aquí a comprar pan a la esquina (…) Este es un deporte donde estás hablando de 10 segundos, de 20 segundos en 200, las imperfecciones acá no son permitidas”.

Martín le muestra el anuario de Sebastián Keitel, ambos leen algunos pasajes que le dejaron los compañeros al velocista. El velocista le enseña que en ese mismo anuario también está Cristián Sánchez ya que ambos fueron compañeros de colegio.

Tras contar una insólita historia cuando se le quedaron sus zapatillas de clavos en Chile para ir a competir a Barcelona, dice que su momento peak de su etapa deportiva fue el año 1998. Recuerda que el ‘98 fue el mejor año de su vida, que quedó quinto a nivel mundial, los cuatro que lo antecedían eran de raza negra y que, por ende, se convertía en el hombre blanco más rápido del mundo.

En su época, el mejor velocista era Donovan Bailey, campeón olímpico el año 1996, quien no perdía hace cuatro años una carrera. Sebastián cuenta que se lo topó en Brasil, el año 1998, “cobraba 100 mil dólares por carrera, a mí me pagaron mil dólares, ese era mi ‘prize money’. Mil contra cien mil y le gané, no se lo podían creer. Hice récord de Chile, le gané al hombre más rápido del mundo”.

Las lesiones, el retiro y la depresión

Tras los notables años 98 y 99, Sebastián cuenta que en el año 2000 se cortó el tendón de Aquiles tras una carrera en Tenerife, España, “perdí todos mis contratos publicitarios, perdí toda la beca del Estado, todo Martín, pasé de todo a nada en dos segundos”. Tras la operación a la que se sometió en Finlandia llegó a Chile para encontrarse que las marcas dejaron de auspiciarlo, “ ya no les servía, era un producto desechable para ellos”.

Se demoró dos años y medio para demostrarles a todos que sí se podía competir y clasificó a los Juegos Olímpicos pero se cortó el tendón de Aquiles de la otra pierna, “después vuelvo a preparar los Juegos Olímpicos de Beijing, yo ya teniendo 33-34 años, ya se me habían cortado los dos tendones y dije, ‘ya estoy parejito’ y se me volvió a cortar por tercera vez. Y a los 34 años colgué las zapatillas y chao”.

Tras llegar a Chile para operarse y consecuentemente retirarse, Sebastián dice que empezó a sentir, de un día para otro, que “mi señora ya no me quería, que los auspiciadores ya no me querían, que no iba a volver a nunca más a correr, que la gente ya no me admiraba, que ya no era el que quería ser para mi familia (…) Empecé a sentirme que era nada, que no era nadie. Y así han sido los últimos 19 años donde he tenido que luchar contra una depresión grande que se me gatilla en momentos que me lleva muy arriba y a veces me lleva muy abajo. Y llevo 19 años manteniéndome con medicamentos no más, y entendiendo lo que significa la salud mental en Chile”.

Dice que por culpa de su depresión se fue a vivir solo a Estados Unidos por cuatro meses, “sentía que era un cacho estando en mi casa, que no servía para mis hijos, que no servía para mi ex señora, que no servía para mi mamá, nada”. Cuenta que partió cuando su hija Elisa tenía 6 meses y su hijo Sebastián 3 años. ¿Qué hizo en Estados Unidos?, le pregunta Martín. Sebastián responde: “nada, no hacía nada, estaba todo el día dentro de una pieza llorando”.

La relación con su hijo Tatán Keitel

Sebastián y Martín pasan a la cocina para comer pizza, los acompaña el hijo mayor del actual diputado, Sebastián (24), más conocido como Tatán. “Mi papá es el mejor papá del mundo”, parte diciendo.

Tatán Keitel cuenta que a pesar de haber obtenido el primer lugar de 100 metros planos en un mundial escolar, no decidió seguir los pasos de su padre porque optó por estudiar en la universidad, “lamentablemente acá en Chile hacer un mix de las dos es muy difícil”.

Martín le pregunta a Tatán qué sintió cuando salió en la portada de Las Últimas Noticias al reconocer su orientación sexual. “Yo también soy, entre comillas, muy abierto para mis cosas, soy influencer en redes sociales entonces como que la gente ya lo sabía, no era nada nuevo. Y cuando me hicieron la entrevista, el reportaje en sí fue como ‘ya, démosle’ (…) Me veo en la portada y llamo a mi papá así como: ‘¿esto es broma, cómo llegamos a esto?’”, relata el hijo mayor de Sebastián.

Sebastián Keitel cuenta que a través de una conversación por whatsapp se enteró que su hijo estaba saliendo con otro joven, “dije ‘wow’. Entonces le vuelvo a escribir y le pongo: ‘guatón, ¿podí venir para acá para que conversemos?. Pero ‘wow’ de -por favor que se entienda- de decir ‘llegó el momento acá’, llegó el momento de lo que yo hace mucho tiempo venía pensando”.

Tatán fue corriendo hacia donde su padre y dice que, “nunca hubo nada malo, es verdad que sí estuvimos abrazados mucho rato y lloramos (…) fue al primero de mi familia que le conté”. Por su parte, Sebastián dice que lo venía intuyendo hace un tiempo, “de ahí no ha sido nunca tema, para nada. Lo que más me ha asustado es un tema de bullying de la gente, de la agresividad con la que andan muchas personas dando vueltas”.

“Yo creo que el mayor miedo de todas las personas que “salen del clóset” es eso: qué va a decir la gente, si la familia me va aceptar o no me va a aceptar, si voy a perder amigos. Hasta el día de hoy me preguntan si he perdido amigos desde ese día y ninguno. En verdad me sorprende, yo esperé que mucha gente se iba a alejar por ser gente, no sé, más conservadora, y nadie se alejó”, dice Tatán Keitel quien lleva felizmente más de un año pololeando.

Y agrega, “se me dio fácil también todo, tuve básicamente todas para poder hacerlo. He aprendido harto y mucha gente ha aprendido de mí en ese sentido”. Cuenta que tiene amigos que los han echado de la casa por revelar su orientación sexual y otros que, en casos más extremos, los han llevado a terapia de conversión.

Sebastián Keitel dice que no tiene miedo a que su hijo se involucre en la política, todo lo contrario, y cuenta que el matrimonio igualitario, junto con la adopción homoparental, se han convertido en banderas de lucha dentro de su carpeta como diputado. De hecho, cuenta que fue el único diputado oficialista que votó a favor de terminar con el orden de prelación en la adopción homoparental, para que las parejas homosexuales tengan los mismos deberes y los mismos derechos que cualquier pareja.

“Hay gente (de mi sector) que ya no me saluda, mira como estoy de preocupado”, dice ironizando. Y agrega, “para ellos yo estoy promoviendo este libertinaje, esta enfermedad (…) Hoy día, para mí, tener personas que lideren y sean parte del liderazgo en el país que sean así, la verdad que lo encuentro que estamos en los años 1800”.

Al final de la conversación Bernardita, la actual pareja de Sebastián, se une a la mesa para conversar sobre la relación que tiene con el velocista. Ambos cuentan que se casaron en Valdivia, con zapatillas.

Emeterio Ureta

Este miércoles Martín Cárcamo llega a la comuna de Lo Barnechea para conversar con Emeterio Ureta, el llamado Marqués del Arrayán, quien abre las puertas de su casa, para conversar “De tú a tú”.

Parte diciendo que su casa en El Arrayán ha sido un sueño cumplido, “a los 17 años yo era pobre, murió mi padre, a los 19 murió mi madre. Sabes que yo no tengo ningún estudio, tengo hasta primero medio (…) Llegué a Santiago con un maletín y con el abrigo de mi papá que acababa de morir en Curicó, mi pueblo querido. Llegué a Santiago sin ninguno, compadre. Yo no heredé ningún peso, nada, nada, nada”.

Emeterio cuenta que proviene de una familia compuesta por 14 hermanos, que él es el sexto, que ha viajado por todo el mundo pero que casualmente le falta visitar Colombia, Venezuela y Perú, y rápidamente le hace saber al conductor del espacio que es bueno con los números.

Martin y Emeterio entran al “palacio del Marqués” para conocer la casa del empresario, quien da cuenta de más de una particularidad de su casa. Por ejemplo, no tiene ninguna esquina cuadrada y todos los cuadros son de artistas reconocidos, pero son falsos. El hombre da cuenta que vive sólo en su casa hace años, “cuando tú aprendes a conocer la soledad, a ganarle a la soledad y a masticar la soledad, viene el triunfo de tu vida”.

Martín le pregunta si su mayor triunfo es haber sido papá, a lo que responde que fue el sueño de su vida pero que en realidad no se iba a casar, “y me encontré a mi mujer de 18 años, yo 45, y quedó la escoba en la familia, quedó la cagada en la familia de ella”. Dice que se enamoró totalmente de Paulina, quería que ella fuera la madre de sus hijos. Tras esta confesión ambos pasan a sentarse a conversar.

La intensa historia de amor de Emeterio y Paulina

Emeterio dice que la primera vez que vio a Paulina, en la playa, se enamoró a primera vista. Dice que pololearon 3 años y que un día para otro pidió hora para casarse por el civil, la pasó a buscar en moto y se casaron un día viernes. Ella citó a una de sus amigas para que fuera testigo y Emeterio citó a su nana. En la tarde se fueron a la casa y cuenta que desde ese día se fue a vivir con él. “¿Y qué le dijo a su familia?”, pregunta Martín. “El día sábado los llamó por teléfono, en ese tiempo no habían celulares, ‘nos casamos’, se fueron plop”.

Después de tres años de casado, Paulina le contó que iban a ser padres. Emeterio cuenta que ha sido el golpe más maravillosos que ha tenido en su vida y que cuando nació Isidora fue una locura.

Martín le pregunta cuándo fue que le descubrieron cáncer a su mujer, “vamos a bañarnos y hubo un toquetón divertido, le pesqué las pechugas, y le dije, ‘mi amor, tienes un porotito’. ‘Ya empezaste con hueva***’, me dijo. ‘Mi amor, tienes un porotito’. ‘¿Tú crees?’, me dijo. No me dijo nada más y seguimos leseando. El jueves llega llorando a mi oficina: ‘mi amor, me fui a ver el poroto’, me dice. ‘Bueno, ¿y qué pasó?’. ‘Tengo cáncer’, y ahí se me vino el mundo para abajo. Ahí se me fue todo a la chucha. Dije, ‘Dios mío, ¿me merezco esto yo? ¿por qué no me voy yo primero que ella?’”.

Cuenta que desde ese minuto empezó a batallar con la dura y difícil lucha que es el cáncer, “partió el martirio, fueron tres años horribles (…) Cada quimio eran 600 mil pesos semanales, que no los cubría la Isapre, bueno todo un lío que te puedo contar pero espantoso, porque el cáncer es un negocio asqueroso en las clínicas”.

Paulina murió un 19 de mayo, recuerda que fue un día esperable pero horrible, que su señora murió de madrugada y que tuvo que decirles a los niños que su madre había fallecido. El mayor tenía 5 años e Isidora tenía 3, dice que los niños preguntaban cuándo iba a volver su madre. Luego del funeral se fue directo a Reñaca junto con sus hijos, quienes no entendían nada. Dice que fue en ese lugar donde su hija Isidora, más conocida como Tita, hizo una conexión con el mar que ha mantenido hasta el día de hoy.

Tita Ureta

¿Qué significa tu hija para ti?, pregunta Martín. “Mi hija es todo. Son mis ojos, es todo. Yo la molesto todos los días, la llamo todos los días. Voy a su casa y le ordeno los calzones, los que están sucios se los pongo en la lavadora. Voy a su casa a verla, cuando no está la llamo por teléfono, ¿quién le riega las plantas?, yo”, relata Emeterio quien tiene una estrecha relación con su hija.

Ambos salen al jardín de la casa de Emeterio y se sientan junto a Tita Ureta, periodista que conduce programas de televisión. “Todo lo que soy hoy en día es por esta figura paterna que tengo, nada más. Creo que mi papá hizo que valorara otro tipo de cosas, que me desarrollara de una manera muy distinta como mujer. Viví toda la vida con puros hombres, entonces eso me hace desarrollarme distinta. Me acuerdo desde chiquitita que hacía pipí parada, como ellos”, comienza diciendo Isidora.

Sobre su madre, Tita Ureta siente que ha borrado recuerdos con su mamá pero que su padre la mantiene presente en todo momento, ya sea con un brindis o mostrando fotos de ella, “yo creo que sigue muy enamorado todavía de ella (…) pero creo que los recuerdos que tengo es de estar tratando de jugar con ella, de ponerme encima de ella y me rechazaba, pero era porque no podía, porque estaba siempre cansada”.

Isidora Ureta cuenta que valora mucho las redes sociales, que a través de Instagram, muchas amigas de su madre empezaron a escribirle y creó una comunidad con las amistades de Paulina.

Martín Cárcamo pone la canción “Sin ti”, de Los Panchos, la misma canción que le ponía Emeterio a Paulina, la misma canción que puso en su funeral. El padre de Tita se emociona, “nunca la voy a poder cambiar por nadie porque la amo”.

La periodista reconoce que desde chica fue muy celosa, “creo que es un grave error que cometí y he aprendido mucho de eso, porque me hubiese gustado que hoy en día mi papá tuviese pareja y que estuviese acompañado, feliz. Pero el fue súper tajante en que no él nunca más se iba a volver a enamorar”.

Por otro lado, Isidora desclasifica una característica de su padre: que es tacaño como solo él sabe. “Imagínate que ahora, para yo ir a un restaurant, tengo que decirle que es canje para que él vaya. Yo me paro antes, pago la cuenta, vuelvo y le digo, ‘papá gracias’. Y él hace un video de agradecimiento al final, el restaurant queda feliz”, revela Tita.

A Isidora le preocupa que su padre, a sus 75 años, viva tan aislado en El Arrayán y que por lo mismo lo llama todos los días para saber cómo está. Por otra parte, Emeterio dice que desde los 18 años su hija nunca más le pidió un peso y que fue independizándose desde el colegio. “Me acuerdo que me ofrecían cosas para llegar a la televisión como fácil por mi papá y yo lo que quería era llegar por mis propios medios y no ser ‘la hija de’ sino que tratar de llegar por algo que yo quería, que era cuidar el  medio ambiente. Que estaba remando para el otro lado que es totalmente distinto a lo que mi papá comunica. Somos súper distintos”, dice la periodista.

Martín le pregunta a Isidora, porqué cree que no tiene choques con su padre a pesar de ser tan distintos, “porque yo creo que he aprendido a que todos somos distintos y no hay una verdad en la vida. No es como yo piense tiene que ser, y que hay que mirar de alguna manera así a la sociedad hoy en día, sino que todos pueden tener la razón (…) No voy a pelear con las personas en la vida porque piensan distinto a mí”.

Y agrega, “con mi papá quiero vivir momentos bonitos, ya no quiero ponerme a discutir, quiero disfrutar de las cosas simples. Mi papá piensa muy distinto a mí, o sea se presentó ahora a candidato a constituyente… yo no sabía si era broma o era verdad”.

Isidora Ureta dice que salieron a comer la noche anterior cuando se cerraban las firmas y que a Emeterio le faltaban 118, “para mí era súper fácil decirle te subo una historia a Instagram y probablemente las íbamos a tener. Y me dice, `pero antes de que tú me ofrezcas algo, yo quiero que tú no te involucres en nada con lo mío, que tu carrera es lo tuyo y mi carrera es la mía’. Y eso a mí me cayó así como… entre como en shock, porque no pensé jamás que me iba a decir eso”.

De los desaciertos que ha cometido Emeterio, Isidora recuerda, entre otros, cuando fue captado llevando a un trabajador en el pick-up de la camioneta. Un momento que fue complejo manejarlo porque a Emeterio le cuesta mucho quedarse en silencio, pero a pesar de todo, siempre le hace caso a su hija.

Qué es lo que más le preocupa de su papá, le pregunta Martín a Tita. Ella responde: “que se vaya de este mundo. No me puedo imaginar, siento que el día que no lo tenga se me va a ir todo a las pailas. Sí, es todo para mí. No lo digo mucho y mi papá es más cariñoso conmigo que yo con él. Yo soy como más fría, porque él es bueno para tocar, para darme besos todos los días pero mi vida está entorno a mi papá”.

En el final del capítulo, Martín sorprende a los Ureta con un video del tercer integrante de la familia, Emeterio (hijo), quien le manda un cariñoso saludo a su padre.

Cecilia Bolocco

En exclusiva, Cecilia Bolocco abre las puertas de su casa para darle la bienvenida a Martín Cárcamo y al equipo de “De tú a tú”, para conversar y comenzar diciendo que está viviendo un buen momento: “el mejor de mi vida”.

El primer rincón de la casa que presenta la animadora de televisión es la cocina, dice que es su santuario. Hace 11 años que vive en esa casa, que es amante de la decoración y que ha guardado muchas cosas desde que recorrió el mundo como Miss Universo. Dice que se levanta alrededor de las 7 de la mañana para acostarse a las 3 de la madrugada y que bajó 2 kilos haciendo dieta luego de haber comido muchos dulces (su debilidad) durante esta pandemia.

Cecilia muestra el quincho, donde hacen los asados. Es el lugar favorito de José Patricio Daire (“Pepito”), su actual pareja. Tras conocerlo en el cumpleaños de un amigo, lo invitó a un asado a su casa junto con unas amigas. Pepe llegó con todos los ingredientes del asado, cocinó y se quedó hasta las 1:30 de la mañana. Dice que "engancharon" inmediatamente.

Ante la vista de Santiago en la terraza de la casa, Martín admite que la nota distinta, “¿hay un cambio?”, pregunta. “Pero profundo. Yo te diría tan sencillo como que a la Cecilia que tú conociste hace 5 o 6 años atrás, cuando hicimos Vértigo, esa murió. Nace una nueva porque nos tocó vivir un proceso junto a mi niño tan potente, tan devastador, tan aniquilante, que esa Cecilia murió. Y gracias a Dios resucité con una mirada tan distinta, con una apreciación por la vida, por cada instante que es sagrado, por agradecer cada bendición que uno tiene. Con lo de Máximo se produjo un quiebre contundente, y no solo agradezco y doy gracias Dios todos los días, sino que además disfruto y aprendí a disfrutar en el momento más doloroso de mi vida”.

Dice que tras los duros momentos que vivió con su familia, el vínculo con su hijo Máximo se renovó, “mi hijo volvió a ser mi bebé. A los 14 o 15 años, en plena quimioterapia, había perdido 7 kilos después de la primera, en tres días bajó así abruptamente, perdió todo su pelo, estaba en los huesitos, era mi bebé. Yo lo levantaba, lo volví a tener en mis brazos, volvió a ser mi bebé y fue un reencuentro muy bonito”.

La muerte de su hermano

La animadora de televisión recuerda que su hermano falleció un año antes de que ella ganara el concurso mundial de belleza y que tras esto tuvo muchas ofertas para quedarse incluso en Hollywood pero decidió volver a Chile porque quería estar en la casa con sus padres, “vivir el dolor también con ellos, esa ausencia de Rodrigo, y sentir que yo producía otra ausencia por mis deseos de avanzar profesionalmente era mezquino”, señala.

Cecilia narra a Martín la historia del fallecimiento de su hermano Rodrigo, quien murió en un accidente automovilístico a sus 24 años. Tras emocionarse dice, “la presencia de Rodrigo en nuestras vidas fue un regalo. Y algo muy lindo que dijo mi papá en algún momento: ‘yo dejé de preguntarme: Dios mío por qué te lo llevaste tan pronto. Yo ahora voy a dar gracias porque lo tuvimos’. Y eso fue muy bello”.

Luego de conocer la biblioteca, el equipo de “De tú a tú” pasa a conocer el rincón favorito de Cecilia Bolocco, el lugar donde ella pasa la mayor parte de su tiempo: su taller, el lugar donde trabaja y hace su programa de radio. En esa pieza tiene portadas de revistas enmarcadas, nominaciones a los premios Emmy y un cuadro que le regaló el difunto pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín.

La enfermedad de Máximo

Martín y Cecilia suben a la terraza y se sientan a conversar. El conductor del espacio parte por preguntarle cómo se enteró y cuál fue el proceso que vivió con el diagnóstico de su hijo Máximo. La presentadora de televisión cuenta que su hijo le venía diciendo hace un tiempo en las mañanas que le dolía mucho su cabeza. Ella pensaba que lo decía porque no quería ir al colegio ya que había sido un año emocionalmente difícil para él (depresión) y que además, al volver del colegio, volvía perfecto sin quejarse.

Cecilia cuenta que el día que se enteró estaba en una sesión de fotos, que luego de que Máximo vomitara por dolores de cabeza, lo mandó a la clínica con el chofer para que lo examinaran. Cuando estaba cambiándose para la segunda tenida llegó corriendo la periodista del equipo para decirle que la estaban llamando de urgencia. Era el neurólogo para decirle que el scanner de Máximo no había salido bien, para decirle, “tiene un tumor cerebral”.

Cuando Cecilia llegó a la clínica estaban trasladando a su hijo a la UTI, “yo vi a Máximo muy asustado y eso inmediatamente me hizo tomar una postura de ‘aquí no pasa nada y lo que esté sucediendo lo vamos a resolver’. Finalmente llegó el día de la operación y esas ocho horas, desde que lo dejé en el pabellón, yo te diría que han sido las ocho horas más largas de mi vida. Solo recuerdo que recé ocho horas de rodillas y pedí que lo acompañaran, que lo cuidaran, que se hiciera todo con una mano divina y gracias a Dios todo salió bien”.

Tras la exitosa operación, Cecilia sabía que había algo más. Una semana después el doctor habló con ella para informarle que el tumor era cancerígeno, “yo no sabía que yo tenía tanta fuerza, la verdad, tengo que admitir. Porque hice las preguntas más duras. La verdad es que hice todas las preguntas (…) Cada respuesta era más dramática que la otra. Cada respuesta era peor que la otra y cuando terminé de hacer las preguntas dije, ‘me dan un segundo por favor’, es como que exploté en llanto". 

Cuando se fueron para la casa, recuerda que mientras Máximo se puso a ver televisión, ella salió, “y recuerdo de haber empezado a llorar como no lo había hecho nunca en mi vida. Una oscuridad tan profunda era la que me empezó a invadir. Puro miedo, pura angustia y recordé lo que me decía la doctora: ‘dos años, le quedan dos años’”. Reflexionó para no desperdiciar ningún otro segundo con su hijo y no recuerda haber llorado de nuevo.

Le dijeron que Máximo, después de un año o un año y medio de tratamiento iba a tener graves secuelas: problemas cognitivos, problemas motrices, que perdiera parte de la visión, la audición, problemas de crecimiento y problemas cardíacos, hepáticos y renales. “Máximo fue tratado con esta máquina de protones y no tiene ninguna sola secuela”, explica la hermana de Diana sobre el tratamiento tecnológico que utilizaron en su hijo para luchar contra el cáncer.

“Esa noche en la playa cuando lloré, lloré y lloré, sentí que me fui… yo creo que esa noche, esa Cecilia que habitaba en mí, que tú conociste, desapareció. Y fue naciendo y ha ido creciendo esta nueva Cecilia que me ha enseñado a ser feliz. (…) Fue un proceso muy lindo. Yo agradezco a Dios que esa Cecilia murió esa noche y pudo reconocer el valor de cada instante, presente y supe gozarlo. Porque la tentación de dejarse llevar por ese dolor y por esa angustia te puede robar lo más valioso que tú tienes, que es el goce de quien tu amas”, confiesa Cecilia Bolocco quien dirige la Fundación “CARE” (Cáncer, Acceso, Red, Esperanza).

La directora de la Fundación Nuestro Hijos, que trata a niños con cáncer, comenta: “el Ministerio de Salud me ha apoyado desde el día uno, y estamos ya trabajando con el código Fonasa para que todos los niños que requieran de esta tecnología (de protones) en nuestro país, cuando tengamos el centro de operaciones, lo hagan gratis”.

Máximo y Carlos Menem

Dice que los últimos años fueron complicados para que su hijo se pudiera acercar con su padre, que siempre hubieron problemas pero que afortunadamente Máximo pudo despedirse de Carlos cuando a este lo internaron en la clínica. “Aunque su papá estaba en coma, se tomaron de la mano. Él me mandó la foto más linda porque yo lo esperaba en el hotel, a mí no me dejaron ir. Y me llegó al corazón porque ellos siempre se tomaban de la mano cuando estaban juntos, Carlos fue siempre muy cariñoso con Máximo. Lo que Máximo nunca entendió era que cuando nos alejábamos perdíamos contacto y era muy imposible volver a tenerla”.

Cecilia cuenta que Máximo estuvo dos días seguidos a solas con su padre y que en dos ocasiones le apretó la mano. Su hijo está seguro que Carlos escuchó todo lo que le contó a su padre. “A Máximo le tocó un proceso muy complejo porque el papá, la verdad, se abandonó a la vida hace mucho tiempo y eran otros quienes le veían (las decisiones)”, dice. Y señala que su hijo pudo ver la realidad y entender el círculo cercano de Carlos Menem, quienes no le permitieron que Máximo estuviera a solas con su padre.

Además, Cecilia cuenta que le contó todo lo que sufrió Carlos por su hijo con los tratamientos, que él también lloró, se angustió y se emocionó cuando supo que lo estaban esperando. Sobre la muerte de su ex marido dice, “cuando supe que lo habían conectado para extenderle su vida me dio mucha pena”. Admite que no tuvieron mayor relación en estos últimos años porque no podían acceder a él, “encontrar quienes son los culpables no me interesa, no quiero saberlo, solo sé cual fue finalmente el the outcome, la realidad, y lo que sucedió fue no poder compartir los últimos años con él como nos habría gustado. Que principalmente Máximo compartiera con él”.

Y agrega, “para mí, el hecho de que partiera finalmente fue un alivio. Porque me dio mucha pena, como te digo, cuando me enteré que lo habían conectado porque era momento de partir y él estaba partiendo naturalmente. (…) Carlos era un hombre amoroso. Aunque yo tengo que decirte que él no era un hombre para formar familia, yo me equivoqué. Yo elegí mal porque me enamoré de un hombre que amaba primero la política y no es que no me hubiese amado porque yo sí sé que me amó pero no tenía las habilidades para construir una familia. Tenía habilidades para ser político y cuando y cuando su carrera política se le acabó empezó a morir. Como no tenía las herramientas para construir una familia o una relación de pareja, tampoco tenía para ser padre… cómo culparlo, no todos tienen esa habilidad”.

El Bolocazo

Es en la comida donde Cecilia le dice a Martín que ella practicó ballet hasta los 21 años, que desde los cuatro años comenzó a bailar, convirtiéndose en una pasión, pero que la ponían de hombre por ser la más alta. Admite que es hiperlaxa, que siempre ha tenido muy buena elongación. A raíz de esto, Martín le pregunta cómo vivió el “bolocazo”.

“Yo bailé feliz de la vida con unas medias que tienen un protector, vienen con un protector, más la malla. Escúchame, esa foto está trucada. Sí, es imposible, es una tontera que yo lo diga ahora pero no importa, se entretuvieron, piensen lo que quieran. Pero si eran medias de ballet, primero tenía medias, o sea no estaba a poto pelado. O sea, sin calzón porque las bailarinas no usamos calzón pero por lo mismo las medias tienen (un protector) y encima va la malla. Cómo se me iba a ver el…”, aclara Cecilia sobre el mítico “bolocazo”.

Recuerda que en medio del demandante trabajo del Festival de Viña, “qué tiempo iba a tener para ver o aclarar tonteras (…) Yo sé lo que tenía puesto”. A pesar de sus trabajos y el escaso tiempo que tiene trabajando para sus fundaciones, dice que no le cerraría la puerta para volver a animar Viña.

Tras esto, la ex animadora de la Quinta Vergara relata cómo manejó la situación el día en que Enrique Iglesias tiró la Gaviota al monstruo de Viña. Un momento en el que Antonio Vodanovic se enojó pero ella trató de calmar los ánimos tratando de recuperar el premio.

Tras el regalo final y la dedicatoria de Cecilia Bolocco en el libro de “De tú a tú”, Martín se encuentra con Máximo, quien aparece en la cocina para contar que está en clases online, que está soltero y que se encuentra bien, en todo sentido. Cecilia cuenta que está trabajando con ella en la fundación y que va a hacer un coaching a los niños con cáncer. “Siento que para mí fue una experiencia más de aprendizaje que de dolor. Y quiero transmitir que estas cosas pasan por algo, que con fe y con alegría siempre se puede salir adelante”, dice Máximo.

 

 

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